El desarrollo de las emociones se ha vuelto una preocupación central en el mundo de la educación, tanto por el aumento en las patologías, como por la evidencia que ha surgido sobre la posibilidad de desarrollar el mundo emocional y el impacto decisivo que tiene en la personalidad de los niños, en su forma de situarse en el mundo, en su convivencia social y, también, en su rendimiento académico. En este proceso de alfabetización emocional hacen parte la familia y el contexto educativo.
Para decir lo que se siente, el primer paso es reconocer los sentimientos en uno mismo. Cristina Núñez y Rafael Valcárcel, en su libro infantil "Emocionario. Di lo que sientes" (2013), entregan conceptos y herramientas educativas que pueden orientar a padres y profesores. Los autores plantean como objetivo central de su libro "dar a los niños recursos para identificar lo que sienten, para poder expresarlo en forma que los demás lo comprendan y, así, aumentar su horizonte y su conocimiento de sí mismos. Las palabras tienen un componente mágico. Decir: Me siento desamparado, puede tener un efecto reconfortante instantáneo. Saber qué nos ocurre y saber que lo que nos ocurre es parte del acervo humano aleja la incertidumbre, contribuye al sosiego y sirve de punto de partida para emprender acciones positivas al respecto. ¿Cómo podríamos negarles todo eso a los niños".
Para que los niños y los adolescentes se atrevan a explorar en sus sentimientos necesitan percibir que los adultos que los rodean tienen una actitud de aceptación y que legitiman los sentimientos. Esto no quiere decir validar las acciones que podrían surgir de esos sentimientos, pero empatizar con lo que sienten los niños es una estrategia fundamental para desarrollar en ellos la empatía y para estar conectados con lo que ellos están vivenciando.
Por supuesto que no es agradable oír decir a un hijo: "¡Es que yo odio a mi hermano!", pero es importante saber que esa rabia existe. Responder con una frase como: "Estás realmente enojado con él" permitirá que el niño, al ser aceptado sus sentimientos, pueda explorar dentro de sí lo que siente. Después de la conducta empática hacia él, se le puede clarificar: Entiendo lo que sientes, pero no puedes pegarle. Poder expresar lo que se siente evita la disociación y ayuda a ser una persona integrada.