Una de las tradiciones santiaguinas que, en algún momento, estuvo en riesgo, fue la de los salones de té, donde se iba a eso, a tomar té alrededor de las 5 de la tarde. Hubo instituciones venerables que, inexplicablemente -ya que eran famosas y concurridas- fueron aventadas por las ráfagas de la moda: por ejemplo, el café Santos que, no obstante su denominación, ofrecía un servicio estupendo de té: buen té a la antigua, una gran panera con varias clases de pan y de galletas, y generosa porción de mantequilla. Y el Paula, donde campeaban unas tortas llenas de crema, y helados y otras cosas ad-hoc.
Sobrevive, de aquellos tiempos, el café Colonia, en su misma ubicación de Mac Iver, del cual ya hablaremos. Pero hoy lo haremos de un lugar que ha tomado la posta, que se ha multiplicado en diversos lugares, el café Tavelli y que hemos visitado últimamente. Encontrará ahí, Madame, un poco de todo lo que es de esperar: té, café (en sus diversas variedades y combinaciones), chocolate, sándwiches, algunos pasteles, viennoiseries, kuchenes y tortas. El ambiente del local de Las Condes es agradable y el servicio, razonablemente bueno.Vamos viendo. Seguramente lo mejor que se encuentra ahí, en materia de pasteles tradicionales, es la variedad de éclairs, que nos parecieron bien hechos, livianos y con un competente relleno (vainilla, moka y chocolate).
Claro que no hay muchos pasteles más: no están aquellos viejos "cisnes" (hechos con masa de choux y rellenos con chantilly), que eran tan apreciados, ni borrachos ni una serie de otros integrantes de la antigua batería de municiones de boca propia de estos lugares. Ni dulces chilenos: ni uno solo, cosa que es de lamentar, y mucho.Probamos algunos kuchenes, discretos todos, quizá con demasiada maicena (que es el pecado capital de casi todos los kuchenes "a la chilena") y un trozo de una torta de panqueques con manjar y lúcuma, cubierta con "tuiles" de almendras: curiosos panqueques, no esponjositos, como es el uso, sino más bien como de hojarasca. Bueh... No muy notable.
En cambio, en el orden de las viennoiseries, estamos en terreno más seguro. Y no es poco decir porque, fuera de las pastelerías con acento francés, estas especies de "facturas" (para que me comprenda, Madame), no son muy comunes, o no son muy buenas. Aquí sí nos parecieron buenas. Catamos, entre otras cosas, un hojaldre con crema pastelera, de buena calidad. Lo mismo hay que decir del hojaldre relleno con manzana, que fue lo que más nos gustó. Y las palmeras son también harto buenas y el pain au chocolat, muy católico.
Es posible encontrar, además, trozos de diversas tortas, y unas brownies chocolatosísimas, muy de dar y recibir.Resumen. Lugar recomendable por sus viennoiseries y hojaldres.
En el local de Las Condes hay algunos estacionamientos fáciles junto a la plaza.
Av. Las Condes 7089, 2 2669 3058.