Nuestra forma de percibir la realidad muchas veces se encuentra distorsionada y no con poca frecuencia hacia el polo negativo.
Estas distorsiones perceptivas se traducen necesariamente en la forma en que nos relacionamos con el mundo y, por cierto, en la forma en que nos comunicamos con nuestros hijos. A veces les vamos transmitiendo en forma no consciente una apreciación pesimista del mundo que los rodea y, lo que puede ser más grave, una percepción negativa acerca de sí mismos.
Una de las distorsiones más frecuentes, consiste en amplificar los aspectos negativos de la realidad minimizando los aspectos positivos. Comentarios del tipo: "Hoy todo me salió mal", al tiempo que se hace una detallada descripción de lo que no resultó y obviando todo lo que transcurrió sin problemas o resultó bien, son una de las formas que asume la amplificación de los hechos negativos. Los niños van asimilando está lógica depresiva y se van acostumbrando a agrandar los aspectos negativos de los eventos y a restarle importancia a lo que pueda haber de positivo.
Por ejemplo, si le traen un polerón de regalo, en vez de valorizar el gesto se quedan fijados al hecho que no era el color que le hubiera gustado, o que no era su talla aun sabiendo que el regalo venía con ticket de cambio.
Es necesario estar atentos a qué anteojos le estamos entregando a nuestros hijos para mirar la realidad.
Otra distorsión muy frecuente y relacionada con la anterior, es la exageración lingüística que se refleja en la descripción de las situaciones con un lenguaje cargado de adjetivos extremos. No se trata de que la tarea del niño esté incompleta, sino que está "Todo mal, está horrible y es imposible de arreglar". Exagerar, especialmente cuando hay dificultades, hace aparecer que lo que está sucediendo es una catástrofe que es imposible de afrontar.
Es necesario que el lenguaje emocional sea expresivo, pero matizado, para que los niños vayan logrando tener una apreciación más objetiva de la realidad. No se trata de negar las dificultades -que puede ser otra forma de distorsionar la realidad-, sino que, teniendo una visión realista, ser lo más optimistas posibles, sin ser ingenuos acerca de las dificultades y problemas que puedan presentarse.