Ojalá corran mejor suerte que el anterior habitante del local, la sanguchería La Superior, porque algo de la antigua genética se conserva en la debutante Burgs. Y la gran diferencia es que en este caso no intentan abarcar tanto como sus predecesores, que ofrecían demasiada variedad con una calidad que fue decayendo. Si hasta el sánguche de lengua les salía, en sus días finales, con la carne dura.
Ahora, con aires de dinner gringo, la misión se concentra en las hamburguesas. Y vaya que les sale bien en el tema de la carne. Sabrosa la cosa, en un punto cercano a la cocción tres cuartos, tostadita en su exterior, que merece de entrada un gran aplauso. O sea, el corazón funciona. Los bemoles están en las extremidades.
Primero, señores de Burgs, una lección de gastronomía molecular: tras freír una papa, al irse enfriando esta, la humedad interior tiende a salir al exterior, haciendo que la costra se ablande. Por lo mismo, cuando llega una porción de "papas caseras cortadas a mano" ($2.200) que no están duritas y crujientes, es porque no fueron hechas en los minutos previos antes de llegar a la mesa. Mal. A corregir.
En cambio, por favor no cambien la calidad del pan. Es de una calidad superior, una versión más artesanal del muy reconocible pan de hamburguesa. Y sobre la carne, ya fueron dichas las loas correspondientes.
En esta ocasión se probaron dos de sus sándwiches, de una variedad que combina harto sabor e ingenio. Como ocurre con la Mex, con cilantro, mozarella, jalapeño, guacamole, mayonesa de chipotle y nachos ($5.700), en la que todo estuvo perfecto, menos la falta de crocancia de los nachos molidos. Ojo de nuevo con el mismo tema. Y muy buena fue la experiencia de la Queso, con una acertada combinación de mantecoso (que en otros locales se usa en exceso, matando el sabor de la carne) y cheddar, con hartas hojas de mizuna ($5.400).
Hay que comentar que estas son hamburguesas de 140 gramos y que se pueden pedir más grandecitas (es lo recomendado por un servidor) de 210, o también en una chanchería de doble porción de 140. En las antípodas, y como una gran idea, se ofrecen las hamburguesas en un bowl con una comparsa de hojas verdes, una de esas combinaciones tan recomendadas por los señores, y damas, del rubro nutricional.
Para acompañar, entre otras opciones alcohólicas, se escogió una sanita limonada de hibiscus ($1.900) en la que la flor puso el puro color. Mejor tomarla solita, en su tan mexicana variante del "agua de Jamaica".
Resumiendo: buenísima carne, detallitos por corregir, atención diligente y se les desea mucha suerte, aunque ya tienen harta ganada por derecho propio.
Nueva de Lyon 105, local 6, Providencia.