Lo difícil de un restaurante es ser constante y estar siempre al pie del cañón. Aquí no vale eso del "hoy no, porque tengo dolor de cabeza". Y es porque el cliente espera siempre lo mejor del sitio que escoge. Por lo mismo, con poco tiempo de abierto, la falta de platos en Sacramento -ubicado tras el Dos Caracoles- puede recibirse de dos formas. Empática: "Ay, si están empezando". O no: "Si empiezan así, mejor ni pensar en cómo terminarán". Porque no poder ofrecer pizzas por un problema con el horno es un problema. Y que no haya dos de sus sándwiches, precisamente los dos de cocción lenta -uno de carne braseada y otro de res a la cerveza- no invita a la empatía. ¿Hubo también un problema con la vaca? Y si en especial la carta no es lo que se dice extensa, tendrán que ponerse las pilas, señores. En particular porque al frente mismo tienen una flamante hamburguesería.
En fin. Aparte del tema de administración, hay que destacar que la atención es de lo más simpática (mucho muy) y los tiempos no estuvieron nada de mal. Pero vaya la rabieta, antes de partir con unas abundantes papas fritas con queso cheddar derretido y tocino ($3.200). Una chanchería, con papas de corte grueso y de las de verdad.
De segundo, una de sus hamburguesas: la Sacramento ($7.300), con lechuga, pepinillo, tomate, palta, aros de cebolla y queso, todo en su justa proporción, de forma que destaca muy bien como comparsa de un par de hamburguesas a punto (estaban perfectas, pero hay quien las podría haber preferido más hechas: pregunten, plis). Y, a falta de las pizzas tradicionales, otra cerdería: una pizza frita. O sea, como el calzone, cuando se hace una verdadera empanada al doblar la pizza y al horno, pero que en este caso se hace con otra variedad de masa y que va al aceite. En resumen, una empanada frita GIGANTE de queso, pepperoni y aceitunas en este caso (la Camorra, $6.900). Es como un sueño de la niñez hecho realidad. Esta novedad ya vale la visita.
En Sacramento cuentan también con otros platos de fondo, de corte italiano, tres ensaladas y unos cuantos postres, por los que no se consultó (tampoco se trataba de tentar a una nueva negativa).
En fin, con una cocina sencilla y sabrosa, ahora solo les falta trabajar esa otra faceta de la sencillez: la confiabilidad.
Santa Magdalena 88, local 9. 2 2233 5832.