A la pregunta ¿cuáles son los factores que permiten a los niños un buen rendimiento escolar y relaciones apropiadas con sus compañeros?, la respuesta es que sin duda uno de los factores que más influyen es el nivel de desarrollo de las funciones ejecutivas. En las investigaciones se ha señalado que este indicador es el más decisivo.
Hay evidencia de que para lograr realizar acciones complejas, eficaces o creativas es necesario un apropiado desarrollo de ellas . Las funciones ejecutivas son funciones cerebrales superiores que permiten a las personas organizarse, jerarquizar tareas, establecer metas y desarrollar un plan estratégico para su logro. Además, juegan un rol importante en la capacidad de autorregulación y de automonitoreo.
A los niños que no logran un desarrollo apropiado de las funciones ejecutivas, se les hace difícil autorregularse y planificar la ejecución de sus tareas escolares. Presentan dificultad para organizar los tiempos, suelen no prestar suficiente atención a los detalles, por lo que sus trabajos son incompletos y poco organizados.
Tienen dificultad en la memoria operativa; es decir, les cuesta trabajar con la información que tienen almacenada. A veces tienen menor flexibilidad cognitiva, por lo que les cuesta cambiar de una tarea a otra, así como incorporar los comentarios que reciben y cambiar de una actividad a otra cuando les es requerido. Tienen dificultad con sus compañeros por sus conductas impulsivas, les cuesta frenarse en lo que dicen y anticipar las consecuencias de sus actos, por lo que pueden verse involucrados en conflictos con compañeros o profesores
La buena noticia es que es posible estimular el desarrollo de las funciones ejecutivas, especialmente en la niñez, debido a la mayor neuroplasticidad. Como plantea la neuroeducación, toda acción educativa tiene efectos a nivel cerebral, ya que al irrigar determinadas zonas se generan mayores sinapsis, lo que influye en la arquitectura cerebral. Así, cuando usted invita a su hijo a ordenar, le está creando el hábito, y también hay un efecto a nivel de su desarrollo cerebral, que tendrá consecuencias a largo plazo en su funcionamiento intelectual y emocional. La ejercitación de estas funciones es posible a través de juegos como el ludo, el tablero chino y el ajedrez.