Hay que decirlo: Lusitano es de esos lugares que dan una muy grata impresión inicial. Es amplio y está algo escondido en calle Condell, en el barrio Italia. Cuenta con una gran cantidad de mesas y una gran terraza. O sea, llama a la junta para cuando caiga la tarde. El problema es que, en una segunda impresión, su cocina no cumple esa misma función. Primero, la atención es rápida cuando se trata de líquidos y no tanto con los sólidos. Un primer ruido en un lugar que se define con vocación ligeramente portuguesa.
Para probar esta mano precisamente, se pidieron unos fritos de bacalao (pataniscas de bacalhau, $4.800). Estos eran más bien unas tortillitas bien aliñadas y, lo reprochable, muy saladas. Hay formas más eficientes de volver comestible a este pescado, señores. La idea es que no sea un atentado contra la presión arterial. Y una crema de pimientos anunciada era más bien una cremita peregrinamente saborizada. Aunque lo peor de este plato fue un pedazo de papel aluminio escondido entre un mix de hojas verdes absolutamente estresadas.
Otro entrante fue un pulpo cortado en trocitos (polvo & camarao, $7.800), entre los cuales venían pedazos blandos -los más chicos- y gomosos -los más gruesos del tentáculo-. Se suponía que era un mix de pulpo y camarón -imaginemos que en una relativa equivalencia-, pero de estos últimos venían unos trocitos que deben haber sido el 10% del plato. Todo cubierto con harto pimentón en cubitos y montado sobre otras hojas mustias.
De fondo, obviamente que se dejó fuera la opción de otro plato con bacalao. Hay que cuidarse. Y se optó por un pedazo de carne, el bife a la portuguesa ($9.900). Primero que nada, no se preguntó por el punto de cocción. Llegó casi hecho. Luego, no estaba blando el pedazo y una mentada salsa de mostaza era del verbo aguachenta, algo que se repitió con un gratín de papas ($2.200) que era esto: papas trozadas con cáscara ligadas apenas y con harta crema igualmente líquida al fondo de la fuente en que venían.
Para terminar, un par de capachitos de hojaldre algo fané (pasteis de nata, $2.800) rellenos con natilla, los cuales venían uno bien lleno y el otro no, supuestamente con algo de canela, inapreciable.
Entonces, se les recomienda cuidar tanto la cocina como la decoración.
Condell 1414, 2 3267 6200.