En el barrio Italia surgen y cierran locales de diseño, y otro tanto pasa con los restaurantes. Y al igual que con el diseño, los hay de dudoso gusto (venden hasta duendes de yeso) y también de estética con estilo propio. Así es Silvestre, uno que lleva su tiempo y que ha mejorado lenta y sólidamente. Poco a poco ha ido sumando mesas, ampliando una muy linda terraza, variando su variable carta, y así. A pesar de su pequeña cocina -o por lo mismo- ha conservado su vocación inicial intimista y de barrio.
Un ejemplo de carta de día de semana: burritos de carne, reineta a la plancha, soufflé de coliflor y tamales de pollo con arroz salvaje, entre $4.900 y $6.900. Es lo que hay, hasta que se van acabando. Y hay que destacar de entrada que se trata de platos abundantes y que la parte de ensalada que va acompañando no es de paquete de supermercado. Se esmeran en la mezcla, como si se tratara de un arreglo floral la verdad.
En fin. En esta ocasión fue un día sábado, posvitrineo (a la vuelta está El Bazar de la Fortuna, de las decoradoras de los Liguria). Los platos escogidos fueron una quiche de verduras con ensalada ($4.900), tapabarriga braseada con tubérculos varios ($7.900), fideos de té verde con camarones tempura, brócoli, algas varias (hasta una salicornia por ahí) y champiñones ($6.900) y lomo vetado con caponata fría ($8.900). Cada plato es una fiesta en sí mismo. El mejor de los mejores, que terminó siendo atacado por el resto de los comensales, fue la blandísima y sabrosísima tapabarriga. OMG. Y el más fome, como era de esperarse, el lomo vetado (era que no). La quiche, con buena masa, y los fideos, un verdadero festival de texturas; pero, ojo, la fritura de los camarones no era tempura. Cámbienle el nombre y listo.
Tipo dos de la tarde, se sumó un pulpo -fresco y para cortar con el tenedor- a la carta, que llegó acompañado de... abundante ensalada. Perfect.
Hay detalles que corregir, como que el vino por copas de determinada cepa se acabó, pero también hay que tener en claro que se trata de lo más parecido a ir a la casa de un amigo estiloso que cocina muy bien. Por lo mismo, no hay que ir apurado (aunque, de verdad, tampoco son lentos). La recompensa, finalmente, llegará en el plato.
Caupolicán 511. 9 91569974.