Acaban de fotografiarse juntas quienes venían sosteniendo tesis contrapuestas acerca de la decisión táctica más importante que debe de tomar ese partido, encrucijada que resulta decisiva para definir quién y para qué se gobernará en los próximos años.
Carolina Goic defiende la idea de entrar en primera vuelta, a condición de una coalición 2.0, que haga autocrítica y se refunde. La tesis no terminaba aún de explicitar las condiciones para una refundación 2.0. Tampoco se hacía cargo de explicar cómo compatibilizar el espíritu de autocrítica con el de una campaña. Si se participa en una primaria con ciertas ideas, ellas triunfan si quien las enarbola obtiene más votos, pero esas mismas ideas deben rendirse, por lealtad, si quien gana la primaria propugna mantener un gobierno ciudadano con menosprecio de los partidos y tomando distancia de sus conflictos.
La tesis de primera vuelta de Mariana Aylwin, en cambio, tensionaría fuertemente la coalición por cuya fundación y consolidación lucharon por largo tiempo tantos democratacristianos. Fuera de ella, la DC renuncia a ser parte de mayorías capaces de dar gobernabilidad y proyectar gobiernos realizadores como lo fueron los de la Concertación. La tensiona, pero no la hace imposible. Si la DC, junto con la primera vuelta, obtuviera los escaños parlamentarios necesarios para que la coalición tuviera mayoría en el Congreso, quedaría abierto un difícil camino de rearmarla, en tiempo escaso, bajo fuerte presión y probables acusaciones mutuas de estar rompiendo la coalición y entregando el gobierno a la derecha, pues difícilmente el electorado votará en segunda vuelta a un candidato que no logra ordenar a sus partidarios. Pero, antes que buena o mala, la tesis de Aylwin era altamente improbable. Como en todos los partidos, muchos de los dirigentes DC que decidirán este tema tienen relación clientelar con el servicio público y con sus parlamentarios. Difícilmente una mayoría en la Junta habría estado por arriesgar el gobierno y una fuerte pérdida de candidatos al Congreso en lista propia. Esta tesis tenía las de perder.
Es posible que el complejo dilema lo termine resolviendo el temor del gobierno cubano. Miedo y no torpeza, pues está en lo correcto al asumir que el libre ejercicio de la libertad de opinión es el fin de su reinado. Sobre todo, el problema lo está zanjando la incapacidad del PC chileno de tomarse en serio la igual dignidad de toda persona; su incapacidad de reconocer que la viuda de Payá tiene los derechos que reclamaban las viudas de quienes fueron sus mártires.
Así, es probable que el incidente imponga que la coalición reformulada y 2.0 exija un contenido evidente: la de formarse por y para asegurar el goce de la dignidad de toda persona, idea que conlleva necesariamente tolerar el pensamiento ajeno y respetar sus manifestaciones, como fundante de la política interna y de las relaciones exteriores. En estas, debe explicitarse comprometer de buena fe todos los esfuerzos al alcance de Chile, en concierto con los demás gobiernos democráticos, para que todos, incluyendo a cubanos y a venezolanos disidentes, gocen de las libertades públicas que están a la base de la democracia, con expresa condena a gobiernos que impidan su expresión o persigan a sus críticos.
Prefiero un partido chico con ideas grandes a uno grande con ideas chicas, decía Frei Montalva. La de condicionar a todo partido y candidato de una coalición el compromiso explícito con la lucha nacional e internacional por los derechos humanos es una idea grande de entre las constitutivas de la DC, no por su complejidad, sino por su peso. Ello no equivale al camino propio, sino a tensionar la coalición en compromisos indispensables que no debieran ser difíciles a la gran mayoría de sus actuales partidarios. Para eso, por lo demás, fue formada.
La foto de ambas mujeres DC reclamando libertad de pensamiento ha de estar a la base de la nueva coalición reclamada. Es condición necesaria para que el electorado vuelva a tomarse en serio la palabra de los dirigentes.