Un restorán de barrio es gran cosa. En Madrid, íbamos al más cercano con nuestra olla a que nos la llenaran con las judías que cocinaban para el almuerzo. Las comíamos en nuestro piso: caldositas, sabrosas. Ojalá tuviéramos estos restoranes españoles, así, llanos, francos, en nuestro medio. Ahí se anudan amistades y se bebe alegremente.
En el restorán Ibérico, recalamos los primeros para almorzar en un día cualquiera. Agradable lugar, con una lagunita interior donde nadan unos peces rojos. Decoración y ambiente pintorescos, con recuerdos y fotos y otras cosas análogas colgadas de las paredes.
La carta nos pareció algo extensa (no muy buen indicio...), pero nos lanzamos. Negociamos con el propietario, un madrileño simpático y locuaz que nos contó todo su historial en el ramo, una tortilla de papas ($5.500): no la queríamos "baveuse", como la hacen ahora para satisfacer a los palurdos que han oído decir que así son las "omelettes"; no: una tortilla española es cosa de tradición y exige respeto; y se nos prometió que sería seca. Llegó casi seca, pero con las papas poco fritas: en realidad nos sorprendió la rapidez con que arribó el pedido, porque las papas, para freírse, toman su tiempo. Alcanzó para entretener el diente mientras llegaba el resto de la comanda.
Nos interesó el costillar de chancho con salsa de camarones ($10.800), que fue de inmediato pedido. Bueno el costillar, y la salsa resultó ser una crema con camarones de mar y vino blanco. No estaba mal, pero uno hubiera esperado una salsa hecha con las cáscaras de los camarones hervidas y reducidas, lo que le hubiera dado a ese aditamento un sabor estupendo. Es cosa de hacer la prueba.
Un plato, que nos sonó muy bien, fue el conejo al jerez con almendras ($10.900), por la novedad. El conejo estuvo muy bien hecho, cocido en su punto, suculento, jugosito y sabroso. Pero las almendras resultaron ser no la salsita inusual y delicada que habíamos imaginado, sino unas cuantas almendras laminadas y distribuidas, sin más, sobre el conejo. No las había en el caldo de cocción. El conejo venía escoltado de aceptables papas salteadas. Un plato contundente, que requiere intervención: con ella quedaría estupendo.
Finalmente, pedimos una ensalada Viva España ($5.900) muy buena, con todas las cosas que uno espera de una ensalada mediterránea, comenzando por el huevo duro, siguiendo con el atún, los tomates, espárragos y porotos verdes.
Postres, de una carta sin novedad: una competente crema catalana ($3.200) y unas peras cocidas en vino ($2.900). Muy buena sangría (media jarra $4.500).
Resumen: cocina sólida pero básica; buenos insumos; con un poco de vuelo y más cuidado por el detalle, puede subir muy alto: tiene pasta y ambiente. Ofrece todas las españolidades tradicionales (fabada, callos). Precios razonables. Servicio amable. Algunos pocos estacionamientos propios en calle complicada.
Avda. Ossa 1798, 2 2277 3527.