Con pocas expectativas, pensando encontrar un manual de autoayuda para organizar algunas áreas que realmente lo necesitaban, como mis libros y papeles, compré el libro "La magia del orden" de Marie Kondo. Con sorpresa me ayudó más de lo que pensaba , conseguí varias ideas útiles -algunas que he podido aplicar-, pero sobre todo el libro incentiva al desapego a las cosas que ya no se usan y el rechazo a acumular y complicarse la existencia con objetos que no tienen mayor valor afectivo y que ocupan mucho lugar.
Para incentivar el orden en los niños, recomiendo invitar en forma amable a la familia a trabajar en forma cooperativa. El comienzo de año es un buen momento. Enseñar a los niños a ordenar y a organizarse es un gran regalo, que no solo ahorra tiempo en la búsqueda de lo perdido, sino que estimula el desarrollo de las funciones ejecutivas, como la capacidad de planificar y la flexibilidad, que son esenciales para el funcionamiento cognitivo. Actividades tan simples como revisar la mochila cotidianamente, botando aquello que no sirve, guardar un libro y revisar el horario del día siguiente, desarrollan la zona del cerebro encargada de planificar, uno de los principales predictores de la productividad. Muchas veces los padres llaman a ordenar cuando están muy enojados y superados por las circunstancias, con lo que el orden queda mal asociado.
Se debe estimular a los niños a ordenar su pieza y los espacios comunes, haciendo una evaluación de lo que tiene un valor afectivo y de lo que realmente se usa. La autora sugiere desechar lo que ya no sirve y reorganizar las pertenencias más queridas de acuerdo con algún criterio de clasificación. Una vez separado aquello que se decide conservar, se puede hacer el ejercicio de regalar, reciclar o vender aquello que ya no vamos a necesitar. Pasar del caos a una pieza ordenada pone a los niños en un ánimo diferente.
Relevar lo bien que lo hicieron, lo preciosa que se ve la pieza, destacando el esfuerzo realizado es una buena práctica para estimular el orden. Por último, es importante considerar que, si bien es cierto que el orden es una virtud, hay que cuidar que no se transforme en una obsesión, ya que puede limitar la creatividad y transformarse en fuente de conflicto con los hijos.
"Enseñar a los niños a ordenar es un gran regalo, que estimula el desarrollo de la planificación y la flexibilidad".