Patronato es nuestro Chinatown, aunque sea más Palestinatown y Coreatown en esta, nuestra versión. Para quien se entrega a sus calles, es un lugar repleto de todo tipo de estímulos, con singularidades tales como una carnicería coreana, Arirang, o algunas picadas de cada migración que se va asentando en nuestra tierra. No es sólo un "baratillo", sino también un espejo de nuestra actualidad. Y así es como hace mucho sentido que se instale, en su arteria principal, una picada de comida chilena: El Guatón Loyola (y también un local de Emporio La Rosa, a unas cuadras).
No es pequeño ni grande, y se entra por un pasillo lleno de emblemas de chilenidad. La música es como de la parrilla de la desaparecida radio Uno: nacional, pero bien mezclada entre guitarra de palo y sintetizadores.
La carta es clara y precisa. Se ofertan, con cambios en materia de plato de fondo, las combinaciones "Plato de la casa", a $6.500; la "Guatón Loyola", a $8.500, y las Guatón vegetariano y mini Guatón, a $4.500. En este caso se optó por un pastel de choclo, un asado de tira y un pernil. Y así fue la experiencia: el pernil no venía íntegro, sino en trozos (la pega ya hecha, lo que se agradece, por lo menos para este servidor), acompañado con dos sendas papas cocidas. Simple y logrado. El pastel de choclo hecho con humeros y no con americanos, por lo que no era relajante, ¡bien! Aunque con mucha azúcar caramelizada en su superficie, por lo que parecía casi una crème brûlée... un exceso de dedicación. Y con buen pino y un buen tuto. Y para terminar, un trozo de asado de tira muy blando, con toda su grasa, por lo que había que trabajarlo, pero valía la pena. A veces el exceso de limpieza redunda en menos sabor, el que abundaba en este caso. Y las papas fritas, de verdad.
En general, el sabor mucho más que correcto. Hay logros, como el punto del pebre en la mesa, y temas a corregir, como el pan, que podría ser tortilla de rescoldo por ser. Lo mismo para beber: muy rico un té rojo con manzana y endulzado con chancaca, pero juguito de huesillo o ponche de culén frío vendrían más acordes, pero en fin. Son recomendaciones de viejo no más.
Queda pendiente probar sus sánguches de arrollado y de lengua. Lo bueno es que no es difícil querer volver, por la atención rápida, los precios bajos y la buena cocina. Buen comienzo, cabros. Y hay desayunos también, ojo piojo.
Patronato 423, Recoleta. 9 52169134.