Henos aquí frente no a una cocina "tex-china" (al estilo de "tex-mex"), sino a un intento de auténtica mestización, en ciernes, por cierto, de la cocina china en Chile.
La Violeta de Persia es propiedad de una meritoria inmigrante china, muy bien integrada a este país, que ofrece en su restorán una interesante versión de la cocina de diversas regiones de ese inmenso conglomerado de culturas. Suelen tener lugar en el establecimiento, en fechas que quisiéramos que se publicitara más, algunos acontecimientos culturales. En una ocasión asistimos, mientras comíamos, a un recital de música china de diversos estilos, interpretada por músicos chinos con fantásticos instrumentos chinescos.
Ya sabíamos que en China se está llevando a cabo una, por ahora, tímida mestización: por ejemplo, se ha recibido la mayonesa, que es todo un éxito (era que no). Pero he aquí que en este restorán hemos comido un "chasao topala" ($7.200), especie de estofado de carne, chinísimo en sus rasgos generales, que incorpora... papas fritas: es la fórmula chilena de una "carnecita al jugo con papas fritas", éxito asegurado. La salsa de este "chasao" es picante (en grado muy agradable); pero, ay, falta dominar la incorporación de las papas: puestas debajo de todo, se remojan y pierden toda consistencia de papa frita, con lo que el efecto buscado se frustra. ¿Por qué no ponerlas encima? Con todo, buen intento.
Partimos la cata con un plato delicioso de "kam am lu wantan" ($4.800), consistente en unos wantanes rellenos con hortalizas, en una rica salsa agridulce. Qué buena variación del clásico wantán de cicatero relleno y sabor a nada. La otra entrada, "hechi" ($4.800), está compuesta de empanaditas perfectamente fritas rellenas con un picadillo de huevo, ciboulette, fideos chinos, acompañadas de salsa "tausi". Muy buena también. Abundantes porciones.
Nos fue muy recomendado un "pollo leychi" ($6.600), es decir, pollo con esa fruta china tan poco interesante (en conserva, al menos, que es como normalmente se la encuentra), presentado en un nido frito de papas hilo (muy bien hecho), con la garantía de que, si no nos gustaba, sería cambiado por otra cosa. La verdad es que no nos gustó porque el "leychi" apenas tiene sabor comido solo y no lo tiene en absoluto para saborizar nada más. Elegimos, en su reemplazo, un "pollo a la naranja" ($6.600), que falló en la ejecución: la salsa de naranja (excelentemente perfumada) estaba excesivamente almibarada (almíbar de pelo). Una pena, de la que nos consolamos con unos estupendos "calamares Sichuan" ($9.600): bien picantes, espléndidos. Ah, qué buenos.
Resumen: encomiable, interesante esfuerzo de creatividad y mestización en una cocina, la china, conocida por ser poco amiga de evoluciones; pero la concepción falla (al menos en el caso del "chasao topala"). Hay grandes aciertos, dignos de conocerse. Ejecución débil en algunos casos. Servicio correcto y precios admirables. Cuenta con algunos estacionamientos propios.
Av. Vitacura 8657, Vitacura. 2 2326 4118.