Cuánto agradece uno encontrar un lugar tranquilo, "lejos del mundanal ruido" pero no demasiado, en un rincón que podríamos llamar "recoleto", donde se pueden comer buenos pescados cocinados con técnica y tino.
Punto Natural está situado en el pacífico Cerro Tacna, al lado de Maitencillo -tan estrepitoso, populoso y variopinto-, junto a un lugar de despegue y aterrizaje de parapentes que proporcionan la distracción discreta, nada escandalosa, apropiada para un almuerzo al sol -y al viento; pero las mesas están debidamente protegidas por cristales-. Mientras llegan los platos y se toma uno un mojito, observa las evoluciones de esos amigos del peligro que, entre aullidos no se sabe si de placer o de terror, hacen gala de su poco aprecio por la vida. Adrenalínicos.
Aquí, los pescados son magníficos. Hemos comido un atún vietnamita, cocido a la perfección, con un sellado de ajonjolí de gran calidad -de hecho, el mejor que hemos encontrado en nuestros peripateos culinarios-, y acompañado de un puré de palta sorprendente: tenía incorporados minúsculos trocitos de piña que le daban un frescor estupendo, sin endulzarlo en absoluto ($13.800). Gran innovación este puré, pero dentro de los márgenes de lo circunspecto. O sea, gran cosa.
Probamos también un excepcional salmón a la plancha, también cocido a punto, jugoso, delicado, impecablemente sellado, con un cuscús aderezado con pasta de pimiento, en forma de risotto ($11.800) que lo acompañaba a las mil maravillas. Oro para el pescado. Oro para el cuscús.
Investigamos también un garrón de cordero muy notable, delicuescente, como debe ser, y servido en un plato hondo con un arroz integral -producto poco amable por lo general- en versión soposa, aderezado con láminas de almendras. De nuevo: una sorpresa estupenda este arroz, una novedad en nuestro medio que debe aplaudirse porque no salía, esta tampoco, de los cánones prudenciales, tan importantes para el público chileno.
Uno de los postres fue, de nuevo, una notable novedad: si a uno le ofrecen -paciencia-"panqueques con manjar" o "celestino", a veces uno se resigna y dice "ya, probemos ¿cómo sabes?". Y dijimos "probemos"; y lo que nos llegó fue también -como en el caso de los platos anteriores- lo acostumbrado pero hecho con toques novedosos que lo transmutaron de la lata que el postre es, normalmente, en una cosa deliciosa: porque el panqueque venía relleno con una cantidad moderada de manjar blanco -nada de fatales excesos aquí- y cubierto por una delicada capa de caramelo que le daba una crocancia exterior perfectamente compatible con la blandura del panqueque "en sí" ($4.200). ¿A qué talento culinario se le ocurren estas cosas? Ítem más: no obstante que el agregado de chocolate en estos postres es letal, aquí un hilito del mismo era lo que se necesitaba para la perfección. Y el tiramisú ($4.200) fue muy católico, en el estilo chileno.
Servicio atento. Estacionamiento fácil.
Calle Vista Hermosa manzana 23, sitio 14 (siga letreros del parapente), Maitencillo. (32) 2770066.