En Chile uno añora eso de lo que hablan los turistas en Francia: un restorancito alejado, sin mayores pretensiones, donde comieron como los dioses.
Y, de repente, salta la liebre. Hétenos aquí en Laguna de Zapallar, pueblo modesto y sin atractivos salvo una playa grande, blanca, luminosa, que no debe nada al esfuerzo lagunense y todo a Natura: a la vuelta de la esquina damos con un restorán de pescados que nos ha dejado felicísimos.
Donde Gastón no tiene más de 12 mesas. Está decorado con gusto y discreción, limpio, con ventanas hacia la playa, en una casa remodelada con tino. Abrió hace dos meses y ojalá persevere y conserve la misma cocinera que tiene hoy, poseedora de un notable talento. Atención cálida y suficientemente informada como para describir los platos sin tropiezos.
Partimos con un estupendo pastel de jaiba ($8.000) presentado en lebrillo de muy buen tamaño, envuelto en curiosas llamas que salían de una sal color violeta. Bueh... Apagadas éstas ("es para que se mantenga caliente"...) lo comimos con enorme gusto: muy "jaiboso", con una pinza de jaiba entera en el medio. Sencillo, muy, muy bien hecho. Y las machas a la parmesana... en fin: en un país que ya ha perdido la noción de lo que es este plato y que las presenta individualmente aplastadas por una lápida de queso mantecoso, éstas se distinguieron no por la fidelidad a la receta original, sino por el buen gusto: nada de toneladas de queso derretido, que todo lo confunde, maldita sea (dicho con perdón, por cierto, para no ofender las castas orejas de Su Mercé), sino muy equilibradas. Llámenlas "machas gratinadas" y estarán a salvo de críticas ($9.900).
Pero las mejores sorpresas vinieron a continuación. La corvina Don Mauricio fue una revelación: pedimos que no fuera a la plancha, sino al vapor, y llegó cocinada en una excelente salsa, apenas espesada, con tomates "cereza", pimiento rojo, abundante ajo, muy bien trabajado, y un trozo de ají cacho de cabra que picaba justo lo necesario, dándole al conjunto un aire de novedad estupendo ($9.800): no se come así la corvina en Chile. ¡Qué gran plato! Y el congrio Don Aarón ($10.000) consistió en trozos de congrio al vapor con gran cantidad de muy variados mariscos (incluyendo almejas en su concha) en una salsa con cebolla bien dorada y realmente excepcional. Sólo flaqueó en los trozos de papa, que eran de la noche anterior y habían tomado el gusto añejo que les sobreviene con más de seis horas de cocidas... Si las reemplazan por papas fritas, el plato alcanza el empíreo. Ambos pescados, cocidos a punto perfecto, naturalmente.
Excelente torta milhojas con buena pastelera y frambuesa; buen suspiro de limeña (sólo le faltó el oporto en el merengue), y notables crêpes Suzette. Fácil estacionamiento en la calle al frente.
Balance: recomendabilísimo.
Avda. Tajamar 898, Laguna de Zapallar, 9 5371 8551.