Cualesquiera sean las creencias que tenga la familia acerca de la Navidad, la mayoría de los niños más pequeños espera con gran expectación la llegada del Viejo Pascual, de los Reyes Magos, del Niño Jesús o de Hanukkah, porque significa que habrá regalos y celebraciones.
Los seres humanos tenemos la necesidad de ritualizar y celebrar los acontecimientos que van marcando la existencia. De esa manera, los recuerdos quedan registrados en la memoria emocional. La forma como la cultura familiar se conecta con estas festividades y la magia que pueda rodear esos momentos hacen una diferencia significativa en cómo se vive la Navidad.
Entre los buenos recuerdos de infancia están algunos como "en la Navidad en mi casa se instalaba un pesebre o un árbol de Pascua, se hacían tarjetas o galletas, cocinábamos un pavo o mi abuela hacía el mejor pan de Pascua". Estos recuerdos van a acompañar a los niños toda la vida y vale la pena hacer el esfuerzo para cargarlos de significado haciéndolos participar, para que enriquezcan su espiritualidad y capacidad de vinculación.
Las clásicas cartas al Viejito Pascual son una gran oportunidad para que el niño desarrolle competencias de conexión emocional. De la clásica lista de lo que quisieran recibir, pasar a una relación más personal con el destinatario de la carta, en la que haya una narrativa acerca de sí mismo, puede ser una experiencia emocional muy enriquecedora. Según el nivel de desarrollo del niño, este puede escribirla solo o dictarla al adulto.
El que los niños hagan una presentación de sí mismos los ayuda a hacerse una narrativa, lo cual de algún modo constituye una autoevaluación.
Por ejemplo, "Yo soy..., tengo .... años, voy al jardín, mis amigos son.... , le ayudo a mis papás ordenando mis juguetes y juego mucho con mi hermano. Este año estoy aprendiendo a escribir y ya sé andar en bicicleta". Después podría poner los regalos que quiere recibir, tratando de fomentar la moderación. Al final debería incluir una despedida cariñosa y agradecida a quien le traerá los regalos.
Escribir una carta es una experiencia de conexión emocional con uno mismo y con el otro, que desafortunadamente se ha ido perdiendo en el tiempo, siendo reemplazada por las redes sociales. Aprovechemos esta oportunidad de la Navidad para enseñarle a los niños lo que es y significa una hermosa carta. Vale la pena intentarlo y guardarlas, ya que serán siempre un bonito recuerdo de la infancia.
"Estos recuerdos van a acompañar a los niños toda la vida y vale la pena hacer el esfuerzo para cargarlos de significado".