Leí un libro que me gustó. Al terminarlo pensé: "Ojalá este libro no existiera. Ojalá, ya que existe, no hubiera sido un éxito". Se titula Madres arrepentidas, lo publicó en español Random House Mondadori, lo escribió la socióloga israelí Orna Donath y reúne el testimonio de más de veinte mujeres que, aun cuando quieren a sus hijos, dicen que se arrepienten de haberlos tenido. De nuevo: no son madres agotadas por el trajín cotidiano que se atreven a exclamar: "A veces no los aguanto". Son mujeres que aseguran que, si hubieran sabido lo que ahora saben acerca de lo que implica tener hijos, decidirían no tenerlos. Dicen, por ejemplo: "Soy una madre para la que sus hijos son importantes, los quiero [...] busco consejo profesional, intento hacer lo posible por darles una educación mejor y mucho amor y cariño [...] Pero aun así odio ser madre. Lo odio. Odio este papel". Dicen, por ejemplo: "Mis hijos son maravillosos, encantadores y lo que te dan es increíble. No desacredito eso [...] Pero, ¿qué haría yo si pudiera retroceder en el tiempo sin sentir culpa ni todas esas ataduras? No elegiría este camino". Dicen, por ejemplo: "Me resultaba duro decir que tener hijos había sido un error [...] Tardé mucho tiempo en poder decir esas palabras. Pensaba, uy, si digo algo así, la gente pensará que estoy loca". Dicen, por ejemplo: "Si hoy pudiera volver atrás, estoy segura de que no traería niños a este mundo". Dicen, por ejemplo: "Llamo, me preocupo [...], pregunto, me intereso, los visito, los invito a venir por vacaciones [...], todo ese teatro... pero no me identifico con ello. Cuando visito a los nietos, me relaciono con ellos, pero en el fondo no me interesa. No soy yo de verdad".
El libro se publicó en varios países. La crítica lo trató bien. Y hubo multitud de lectores insultando a la autora, atacando su sexualidad, poniendo en duda su lucidez. Todos los artículos que se publicaron sobre el asunto contienen, sin excepción, la palabra "polémica", variaciones de la frase "un ensayo que echa luz sobre el último tabú" (de hecho, es así como lo promociona la editorial), y destacan dichos de Orna Donath supuestamente controvertidos como "el instinto maternal no existe". En casi todos esos artículos la autora se vio obligada a aclarar que "este no es un libro contra la maternidad".
Un mundo donde un libro así causa este revuelo, es catalogado de polémico, asociado a la palabra tabú, genera insultos a su autora y hace necesarias aclaraciones humillantes, es un mundo horrible. En el mundo en el que me gustaría vivir, este libro no debería ser un éxito, porque viene a contar algo que todos sabemos, que solo un hipócrita no ve o no quiere ver: que la maternidad no es la vasija de oro al final del arco iris para todo el mundo. Casi cualquier chica de 15 años a la que se le pregunte si quiere tener hijos responderá: "¡Obvio!". Si uno le pregunta "¿por qué?", los ojos se le pondrán como platos, porque ha asumido que la maternidad es algo que viene incluido con la condición femenina, como la menstruación o las glándulas mamarias. Y no es raro que así sea, puesto que es lo que repiten todos, varones y mujeres, desde la cuna: "Ninguna mujer está completa si no se transforma en madre", "ser madre es lo más maravilloso que puede pasarle a una mujer". A eso se suma la rancia idea del "instinto materno" mientras se agita el fantasma del "reloj biológico", y todo se completa con una frase de apariencia inocente que profetiza plenitud garantizada: "Aunque tengas que renunciar a muchas cosas por tus hijos, el amor que te dan lo compensa todo". Cuando se tienen hijos, y la renuncia a ciertas cosas empieza a pesar, y se presiona el botón de ese escudo protector -"el amor que te dan lo compensa todo"- y el escudo no funciona, ¿cómo no sentirse una aberración, una anormalidad?
Lo que viene a decir este libro es algo que se sabe, pero que nadie dice en voz alta: que la idea de que la felicidad femenina solo puede alcanzarse a través de la maternidad es falsa. "El arrepentimiento es una cosa muy humana -dice Orna Donath-, nos arrepentimos de muchas cosas en la vida. Es un sentimiento legítimo y muy normal. Somos capaces de ver en perspectiva cada una de nuestras decisiones, la de ser madre no es diferente. El objetivo de este estudio es decir claramente que estas madres son seres humanos. No son monstruos. A veces, sentimos cosas contradictorias y no tienen por qué ser excluyentes. Lo vemos también en otras relaciones. Con nuestros padres, por ejemplo. A veces los queremos, otras no los soportamos. Y con nuestras parejas pasa lo mismo. No todo es de un solo color".
El libro cuenta experiencias genuinas de mujeres que sienten genuinamente lo que dicen. No pretende aleccionar acerca de cómo deben ser las cosas. No asoma la posibilidad de que la mayoría de las mujeres se sientan así. Hace lo que los buenos libros hacen: echa luz sobre algo que permanecía oculto. En un mundo razonable este libro no llamaría la atención y su autora no tendría que salir a aclarar nada. Quizá lo que habría que hacer es escribir otro libro acerca de las reacciones que generó este, porque son reacciones que atrasan más de un siglo.