Un poco de humor e imaginación en un mundo culinario como el santiaguino, donde parece a veces que va en alza el gesto agrio y soberbio de los científicos de la cacerola, engolados y pagados de sí mismos, es algo que se agradece muy de verdad. Sobre todo si lo que se evoca es ese mundo tan lejano y cercano de Tolkien y su "condado" habitado por hobbits, amigos del buen comer, del fumar meditativo, de la cerveza y del queso.
Pero en Element, aparte de una decoración agradable que evoca casitas del bosque y otras cosas de cuentos infantiles, el lenguaje "hobbitsiano" no conduce muy lejos. Por lo demás, no está muy claro cómo fue la cocina "hobbit": aparte de queso, pan negro, cerveza, huevos, tocino y manzanas, típicos de un mundo entre boreal y céltico, Tolkien no da señas de sus platos preferidos. No mencionaremos el "lembas", insustancial galletita élfica, nutritiva e insípida. Element ofrece cosas de nombres pintorescos como Entrañas de dragón lechón (aludiendo a Smaug...), Restos de duende y Corteza de ents. Pero vamos viendo.
Las Colas embriagadas ($10.900), entradita de camarones con ostiones (que no había; nos dieron pulpo en su lugar) con una salsa con un dejo de trago, no estuvo mal, aunque por el precio se hubiera agradecido algo más abundante. La tortilla española ($8.600) llegó seca, como se pidió, pero estaba hecha con papas cocidas previamente. O sea, no era tortilla española propiamente. Y moderada en tamaño, para el precio.
Los fondos. Carne a la sal ($16.700), que se nos materializó como un trozo de tamaño discreto de buena carne a punto, acompañada de puré rústico sin novedad. La sal del encostrado es anunciada como de Maldon; pero ello no influye en nada. El garrón de cordero ($16.500) presentó una novedad: en vez de venir la carne, muy blanda y jugosa, con su hueso natural, venía alrededor de una rama gruesa de canela: garrón reconstituido, diremos, y estupendamente perfumado con la canela. Su contorno fue una quínoa estándar.
Mención aparte, y muy honrosa, merece la Berenjena 2.0 ($10.900): media berenjena de buen porte, rellena con su carne, tomate, queso y otras cosas, horneada y gratinada: la verdad, una delicia y, sin duda, lo mejor de la muestra.
Postres. Arroz con leche casero ($4.900) presentado en una tulipa de masa, bien caneloso, pero con demasiados palitos de canela que fueron una molestia: sáquenlos, por favor, luego de cumplida su función; y leche nevada con toque de Baileys ($4.900): buena.
El servicio fue mucho más lento que lo deseable. Estacionamiento propio. Razonable carta de vinos. La atención, simpática, buena (y lenta...). Hay quienes tienen un altísimo concepto de su propio valor (cosa que puede ser muy justa), que se traduce en altísimos precios (lo que está mal). Este es el caso...
Monseñor Edwards 1636, La Reina. 2 2880 0936.