El concepto multitarea tiene su origen en la característica de los sistemas operativos modernos, que permiten que varias funciones y procesos se puedan realizar en forma simultánea, e incluso, que diferentes usuarios trabajen conjuntamente en una misma tarea. En la actualidad, muchos de los jóvenes funcionan de esta manera. Cuando vemos a un estudiante preparando una prueba, con la pantalla del computador abierta y el celular a un lado, es legítimo preguntarse ¿cuánto se estarán afectando los procesos de aprendizaje de esta generación? ¿Se obtiene algún beneficio con una atención tan dividida?
La ilusión de que podemos desarrollar dos o más actividades a la vez con la misma eficiencia es falsa, sobre todo en el aprendizaje de materias nuevas, donde es necesario procesar y elaborar la información. Existe un costo cognitivo de enfocarse y desenfocarse, al dividir la atención en más de una tarea. Ese costo es la profundidad que se logra en la asimilación de la información y la menor retención de lo aprendido. Michael Robb estimó que el 72 por ciento de los adolescentes siente la necesidad de responder los mensajes recibidos en forma inmediata, lo que obviamente interrumpe su proceso de aprendizaje y disminuye su atención ante las materias que debe entender y retener.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford sostiene que no hay evidencia de que quienes funcionan en modalidad multitarea logren aprender más o mejor que quienes se enfocan en una sola tarea. Uno de los investigadores, el profesor Clifford Nass, agrega que las personas que trabajan en multitarea son "enamoradas de la irrelevancia". En la investigación se analizaron tres indicadores en jóvenes: la memoria de trabajo, la capacidad de oscilar con agilidad entre varias tareas y la capacidad de filtrar información según un criterio de relevancia. Los resultados son concluyentes: los jóvenes que realizan multitarea tecnológica tienen un rendimiento menor no despreciable en las tres áreas. Trasladar el concepto de la multitarea de las máquinas a los procesos de aprendizaje es complejo. A diferencia de nuestro cerebro, las máquinas no se fatigan, no tienen la responsabilidad de filtrar la información y tampoco de decidir qué es relevante y qué no lo es. Tampoco tienen que asumir un juicio crítico frente a la información que reciben.
"La ilusión de que podemos desarrollar dos o más actividades a la vez con la misma eficiencia es falsa".