¿Qué pensaría un japonés de verdad que entrara a comer en uno de los centenares -quizá miles- de restaurantes "japoneses" o "nikkei" que están apareciendo por doquier en Chile? (en una modesta casita, a la salida de Puchuncaví, han puesto un letrero: "Sushi").
A estas dos categorías de restaurantes "japoneses", agregaríamos una tercera: "tex-jap", parafraseando el concepto de cocina "tex-mex" de Texas, EE.UU., donde transmutan la cocina mexicana, produciendo un resultado no-mexicano pero nada malo. Porque un japonés de tomo y lomo se sorprendería de ver tanto roll con queso crema, incoherente con el genio culinario nipón, sobrio, como en "staccato". Y liviano.
Lo decimos porque visitamos un local de la cadena Sakura Express, obviamente "tex-jap", y hemos probado un Oriental roll que tenía dicho queso, cebollín, salmón, envuelto en masa de huevo y frito ($7.200 las 8 porciones): agradable, perfecta la fritura, cremosa voluptuosidad. Lo único pesado, claro, que comimos. No estaba mal, pero... Bueno: si de lo que se trata es de comer rico, está bien. Pero la gracia de la cocina japonesa es que, como regla general, es fina y liviana.
En fin: si Usía entrevera un solo pedido de rolls con queso crema en lo demás, puede lograr un resultado equilibrado en el estómago. Que fue lo que nos ocurrió con esta cocina mestiza. Partir con sashimi Maguro (de atún, $7.500 las 9 porciones) con una gota de salsa de soya y una pizca de wasabi, seguido un par de niguiri sake (de salmón, $2.500) muy bien hechos, es una gloria de frescura y liviandad. Recordamos un verdadero banquete (y copioso) de estos platos japoneses en otro lugar, y habernos levantado de la mesa (nada de levantarnos del suelo; no apreciamos la necrosis en las corvas) satisfechos pero como si no hubiéramos comido nada (bueno: casi nada). El sashimi de salmón New Style ($7.200), que comimos a continuación, traía intercaladas rebanadas de palta y unas verduritas salteadas que fueron lo mejor, quizá, de toda la cata. Liviano, también.
Menos liviano, pero no por razones químicas (tipo de ingredientes), sino físicas (cantidad y solidez de ellos), fue el big tempura maki ($5.200) de camarón, pepino, masago y gran cantidad de arroz bien, bien apretado... Dejen respirar un poco esos componentes; se apreciarán mejor.
Y picados de curiosidad (madre del conocimiento, como dicen), proseguimos con unos rolls Caterpillar ($6.500) de anguila, pepino y palta, envueltos en láminas delgaditas de palta: muy buenos. Y puestos ya a probarlo si no todo, lo más posible, terminamos con un Yakisoba ($6.200), rico plato caliente de fideos de arroz con pollo y camarones, de nuevo unas deliciosas verduritas salteadas, en una compleja y rica salsa.
Postres adocenados. El suspiro limeño, bueno, pero sin vino el merengue. Resumen: agradable experiencia; servicio correcto. Precios convenientes. No buscar autenticidad sino una comida decente.
Av. Colon 4401 B, Las Condes. 2 2952 6900.