Tres jóvenes ladrones sin mucha experiencia deciden robar la casa de un solitario veterano de guerra, bajo la sospecha de que esconde una gran fortuna. Por tratarse de un no vidente además, creen que la cosa será fácil. Solo que este ciego resulta ser uno de los personajes más temibles del cine reciente, encarnado a pura presencia y casi de nada diálogo por Stephen Lang, quien ya usara sus canas, sus arrugas y sus músculos para intimidar en "Avatar" (2009). La película se transforma rápidamente en un ejercicio de tensión impecablemente diseñado, con secuencias que explotan el montaje, la geografía y el sonido como punta de lanza en ataques rudos e intensos. Y aunque en su compromiso con seguir sorprendiendo se va por excesos argumentales casi imperdonables, hay que admirar su intención de ser ni más ni menos que un thriller redondo, lo que lo hace hasta refrescante.
"Don't breathe". EE.UU., 2016.
98 minutos, mayores de 14.