El dicho se aplica aquí inmejorablemente, porque vamos a hablar de una "dulcería". Claro que algún purista objetará, y con no poca razón, que el término "dulcería" se usa en Chile sólo para mentar lugares que se especializan en producir "dulces chilenos". Pero el tema chapotea en la confusión porque, ¿cómo definir un "dulce chileno"? Llamar "dulces" a los "dulces chilenos", y llamar también "dulce" al "dulce de mora", tan chileno como cualquiera, no aclara nada. Aparte de que los "dulces chilenos" tienen su correspondencia en el vecindario, como Córdoba, donde hay cosas muy parecidas sin ser, por cierto, chilenas. En fin, a lo que íbamos es a que a la Dulcería Las Palmas le vendría mejor el nombre de "pastelería", porque, de "dulces chilenos" (intuitivamente Madame ya sabe qué son), no hay ahí mucho. Más bien poco.
Aunque sí se hallará un muy buen empolvado, único típico "dulce chileno" que encontramos: el bizcocho blandito, liviano y bien empolvado en azúcar flor, con un relleno de manjar con algo de lúcuma que constituyó un clarísimo (al fin algo de claridad) refinamiento: el manjar puro con que se abusa en el relleno de los "dulces chilenos" no es, después de todo, tan sentador: las diversas variedades de "dulces chilenos" de manjar (y con harto de él) terminan por diferenciarse, y no siempre mucho, sólo por la masa, y al final, como era de esperarse, todos empalagan. Con la lucumita, en cambio, no... Y ya que estamos en innovaciones: hacen ahí una especie de "dobladita" de bizcochuelo esponjado rellena con chantilly, cercana a un pastel. Fina. Un acierto.
Ahora, en cuanto a los "pasteles", se dividen en dos grandes familias, al menos, con unas ramas menores que no interesan mucho: los pasteles de panqueques, y los de hojaldre. Los de panqueques son, al cabo, y como ha llegado a ser el caso por doquier, trozos de tortas de panqueques. Bueno: al menos tiene esto la ventaja de que uno puede catar la torta antes de embarcarse con la torta entera. Y de los que probamos, nos parecieron muy buenos los de panqueque de limón, de chocolate con manjar, de manjar con mazapán y de lúcuma. Mención aparte merece el de moka, por ser muy bueno y por ser moka, que ya no se ve por parte alguna. El de pistacho, en cambio, resultó seco y sin aroma.
En la familia de los hojaldres (les dicen "de hojarasca"), de esos clásicos con crema pastelera que se desmoronan apenas trata uno de enterrarles el tenedor, nos llevamos una decepción: mala la pastelera, tosca, desabrida, mazacotuda.
Repuntó la calidad en el pastel de bizcocho con chantilly y frambuesa y en otro de moka.
Como pasteles venden también esos de "mousses" de varios tipos, poco interesantes. Hay también dulcecitos de San Estanislao: buen dato.
Precio promedio: $2.200.
Av. Cristóbal Colón 5578, Las Condes. 2 2229 6863.