Debo confesar que tengo admiración por las AFP. Lo siento mucho, pero uno de los lujos que tenemos los columnistas es poder ser completamente sinceros. Esas instituciones no solo han constituido un gran motor de la economía chilena (hasta que llegó "Ella"), sino que además han hecho un gran trabajo. Salvo los narcos y algunos jubilados de la Nueva Mayoría, es poca la gente capaz de sacar una rentabilidad de UF+8% anual durante 36 años.
Perdonen que hable de números, justo ahora cuando la calle solo quiere oír poesía, pero también los números pueden tener cierta belleza. Las AFP han sido capaces de triplicar mis cotizaciones y las suyas, ¿no le parece increíble? Se merecerían un pequeño monumento (a prueba de vándalos). Pocas rentabilidades están más justificadas que esa. Quejarse del lucro de las AFP es una actitud semejante a protestar por los elevados sueldos de Arturo Vidal y Alexis Sánchez, que nos han dado dos veces la Copa América.
Naturalmente, ante un invento tan bueno, que muchos países nos están copiando, uno no puede ser egoísta: debe querer que todos se beneficien de él y no solo aquellos que tienen un buen sueldo. Y aquí hay correcciones importantes que hacer, como han señalado diversos entendidos en los últimos días. Es necesario retrasar la edad de jubilación, cotizar más y por más tiempo, y los empresarios deberían meterse la mano al bolsillo para contribuir en mayor medida que hasta ahora al futuro de sus empleados. Pero esas falencias no son culpa de las AFP ni está en su poder reformarlas: para eso está el Gobierno, y tenemos un Congreso.
Lo dicho no significa que las AFP lo hayan hecho todo bien. Ellas han olvidado que la política es importante. En una sociedad democrática, uno tiene que saber explicar que lo que hace es relevante y constituye un aporte para la sociedad. Su negligencia ha sido gravísima, y cabe la posibilidad de que todos los chilenos paguemos el costo de esa desidia.
Porque no nos engañemos: hay 170 mil millones de dólares que están allí, esperando inocentes el momento de ser arrebatados por algún gobierno de izquierda populista en el futuro. ¿O piensan ustedes que esa izquierda no aprendió de los Kirchner que si uno se apropia de los ahorros previsionales de los ciudadanos tendrá dinero para financiar miles de empleados públicos; construir monumentos faraónicos al marido difunto; llenar muchos sacos con dólares nuevecitos; pagar infinitos asesores, y cumplir todos los sueños de la más soñadora de las izquierdas?
"Eso no pasará en Chile", piensan algunos. "Somos un país serio; además, ese despojo sería contrario a la Constitución". Dan ganas de responderles: ¿a qué Constitución? No tenemos el futuro asegurado, a menos que nos tomemos en serio una nueva consigna: "+ AFP", una idea que adquiere hoy gran importancia, cuando 700 mil chilenos salen a la calle pidiendo "No + AFP".
Aunque la gente que protesta es variopinta, no todos quieren explícitamente volver al sistema antiguo, que era ineficiente y se prestaba a la corrupción, con conductas como el reciente episodio de Gendarmería. Además, hoy resultaría inviable: con los cambios demográficos significaría que en 2050 habría apenas 2,2 personas activas para financiar a cada jubilado. Quien quisiera volver al antiguo sistema "solidario" estaría buscando unos pokemones inexistentes. Si aspirara a ser coherente, tendría que ponerse en campaña para aumentar la tasa de natalidad. De otro modo no conseguirá que alguien le financie una pensión digna.
Las AFP son aquí el chivo expiatorio de las bajas jubilaciones, una realidad muy penosa. Más allá de lo que indiquen los promedios, las jubilaciones de muchos chilenos son magras. Ellas, a su vez, dependen del hecho de que no tenemos hábitos de país desarrollado, pues entre nosotros abunda la cotización intermitente y la informalidad. Por eso hay que ponerle más solidaridad al sistema (de la verdadera, no la de carácter retórico). En suma, se trata de acentuar el carácter mixto que ya tiene. Pero todo eso no significa ni volver al pasado ni demonizar una ganancia muy legítima ni desconocer los beneficios que el sistema de las AFP ha traído al país. Solo significa que todos los afiliados puedan experimentar los beneficios del sistema. Dicho con otras palabras, debe haber AFP para todos.