Mi señora cumplió 50. Y como es la custodia de la fe familiar, decidió que nos haría bien peregrinar los últimos 120 kilómetros de la ruta del apóstol Santiago. Es una caminata magnífica que une Sarria con Santiago de Compostela. Se recorre una Galicia rural a la sombra de castaños y robles mientras se visitan iglesias medievales. Los que se interesen vean en Netflix la película "The Way", o "El Camino".
Pero lo mejor del paseo es la posibilidad de conversar en familia sin teléfono ni internet.
Mi hijo mayor, que viene dando la vuelta al mundo, relataba sus aventuras en motoneta por Vietnam, buceando en Filipinas, meditando con los monjes budistas en Tailandia y escalando los Himalayas. Contaba su emoción al visitar la tumba de su bisabuelo en Bandung, donde murió como prisionero de guerra construyendo la vía férrea inmortalizada en la película "El río Kwai". Y de ahí, sin más, pasábamos a la bacanal de la Full Moon Party mientras sus hermanos se sentían conversando con Marco Polo.
Estas experiencias generaban dinámicas surrealistas. Mi señora caminando rezaba el rosario mientras mi hijo nos contaba que en su vida pasada había sido un actor de teatro sueco.
A todos les preocupa Chile. Dos ya están próximos a buscar trabajo, y me cuentan que para los de su generación no está fácil. Sólo los mejores alumnos encuentran pega; el resto, nada. Les explico que el trabajo es función de la inversión y crecimiento, cuestiones que "El Programa" desprecia.
Hablamos de cine, libros y viajes. Comparaban la dignidad de la clase media rural gallega con la pobreza que vieron en nuestro viaje a Cuba. El año 1960 Cuba tenía el mismo ingreso per cápita que España. Ambas eran dictaduras, pero España se reinventó, y desarrolló, mientras que Cuba cambió de signo de dictadura, y se acerca a la Edad de piedra.
Siendo España, y julio, la tauromaquia no podía estar ausente. Mis niños están en contra de las corridas. Les dije que a mí me parece bastante justa la pelea: el toro pesa 5 veces el torero, y éste sólo va protegido por la taleguilla y armado con capa y espada. Es como subirse a un ring contra Mike Tyson con una cortaplumas. Además, si se prohíben las corridas, se extinguirá la raza de toros de lidia. No les hizo mella la metáfora ni la extinción; se oponen sin más.
Les pregunté por Uber; están todos a favor. Dicen que son mejores, más baratos y más seguros que los taxis amarillos.
El "jubilazo" los indigna. Para ellos, la legitimidad de una buena jubilación nace del sacrificio y ahorro personal de una vida. Les parece una patudez orquestar una coreografía planificada para jubilar en el preciso instante que un vacío legal permite un beneficio millonario a costa del erario público. Esto me permitió explicarles lo que son los robos intergeneracionales, en que los viejos se llevan la plata y les dejan un vale a los jóvenes (pirámide tipo Chang), y cómo los sistemas de reparto o "solidarios" siempre han servido para que los poderosos y organizados les roben a los débiles y desorganizados. Por eso les advertí que cuidaran el sistema de ahorro previsional individual, porque, de lo contrario, no se darán ni cuenta cuando estén contribuyendo a un "fondo común" que se lo van a robar so promesa de devolvérselos cuando viejos.
De pasada, en Galicia aprendimos que los Varela son un aristocrático y millonario clan de Lugo que, siguiendo la proverbial humildad y modestia familiar, esconden su riqueza trabajando de peluqueros, albañiles y fontaneros. Aprovechamos de reírnos del fariseísmo de la izquierda caviar. Amén del "jubilazo" están los 10 mil euros mensuales que el socialista y semicalvo Hollande le pagó a su peluquero y los lujos que Bielsa le pedía a la Lazio para entrenarla. Estos son parecidos a nuestros socialistas, que denuestan el lucro, salvo el propio.
Los milennials vienen tolerantes, cosmopolitas y patriotas. Ignoran el esfuerzo que nos tomó llegar donde estamos, y por eso no valoran el Chile que construimos. Pero están empezando a entender que el progreso es frágil. Los jóvenes quieren un Chile libertario, con igualdad de oportunidades, inclusivo y sustentable. Afortunadamente se están dando cuenta de que "El Programa" no es "El Camino".