Varias semanas antes de que se celebre el Día del Niño, nos invade una intensa propaganda a través de los diferentes medios de comunicación dedicados a realizar ofertas de los más variados tipos y precios, en las que con frecuencia caemos. Algunos niños tienen tantos juguetes que finalmente no valoran ninguno. No quisiera ser mal interpretada, porque es obvio que a los niños les fascina jugar y les hace mucha ilusión el regalo de un juguete. Pero sin duda todo exceso es pernicioso y puede hacer perder la perspectiva del valor de las cosas. El otro día, conversando con un grupo de niños de alrededor de 9 años, había varios que tenían más de 4 tipos de consolas de
videojuegos y no pude dejar de preguntarme si eso no sería poco educativo.
Sin duda este tipo de juguetes entretiene a los niños, pero creo firmemente que más que tantos juegos, necesitan una mayor interacción con sus padres y amigos. Regalar experiencias puede ser mejor regalo que un juguete, como, por ejemplo, asistir a un espectáculo, ir a un lugar de juegos, planear un viaje al zoológico o cualquier experiencia que se adapte a su edad e intereses.
En el Día del Niño quisiera recordar una cita de Nelson Mandela, que dice: "En ningún caso una sociedad se revela más nítidamente que en su manera de tratar a los niños. Nuestro éxito debe ser medido con la dicha y el bienestar de nuestros niños, que en toda sociedad son sus ciudadanos más vulnerables y al mismo tiempo, su mayor riqueza".
Esa cita me llevó a pensar en tantos niños que ese día podrían ser favorecidos, si le damos a esta fecha un sentido altruista.
Pensar en otros niños que están en situaciones de mayor vulnerabilidad, podría ayudar a que nuestros niños sean mejores personas. Pensar que puedo dar más que lo que recibo, será sin lugar a dudas un gran regalo para nuestros hijos.
Si en cada familia o en cada curso de un colegio existe una mirada más solidaria para ver a otros que necesitan, tomando una actitud proactiva para hacer algo, es muy beneficioso para el desarrollo moral. Las acciones individuales o de solidaridad no solo quedan grabadas en la memoria emocional de los niños, sino que tal como plantea Siegel, toda acción educativa construye cerebro. Por lo tanto, ser generoso será muy significativo en la construcción del cerebro social de los niños.
Es fácil criticar que las políticas públicas en relación a la infancia son insuficientes, pero el compromiso con los niños tiene que ser de todos los sectores sociales, porque ellos no pueden esperar