Los excesos en cualquier área pueden llevar a la tentación de demonizarla, como sucede con el uso y abuso de las tecnologías o las tareas excesivas que algunos colegios dan a sus hijos. A fines de junio, en una columna anterior, planteamos que el abuso y la falta de programación de los deberes escolares puede interferir en el espacio familiar, produciendo una sobresaturación que disminuye la motivación por aprender y generando conflictos entre padres e hijos.
Como plantea Verónica Gubbins, en su libro "Relación familias y escuelas: ¿Por qué y para qué?" (2016): "Una de las demandas más frecuentes de participación que la escuela hace a los padres y apoderados, se refiere al apoyo y supervisión de las tareas escolares a realizar por los estudiantes en el hogar. Estudios internacionales sugieren que, no obstante, valorarlo como iniciativa de reforzamiento de los aprendizajes, los padres, madres y apoderados no siempre evalúan de manera positiva la expectativa que tiene la escuela del apoyo parental en el hogar en ese campo".
En el mismo texto, Verónica Gubbins cita estudios que señalan que las tareas pueden tener un impacto positivo en el aprendizaje, que va entre un 8% y un 31%, pero alerta sobre el riesgo de que ellas puedan convertirse en un espacio de lucha entre hijos y padres.
Nadie podría oponerse a que los niños tengan que leer un libro en el colegio en un plazo razonable o que tengan que buscar alguna información para realizar un proyecto con sus compañeros. Lo que está en tela de juicio son las tareas largas o altamente complejas, que privan al niño de su tiempo de juego y a las familias de los espacios para compartir sin mayores presiones.
Para garantizar una buena relación familia-escuela, los espacios de participación de los padres deben abarcar otros dominios, de manera que la familia se sienta acogida en el espacio escolar y que sus opiniones sean valoradas. Por su parte, los padres deben tener respeto hacia los profesores, de manera que la relación fluya y la comunicación entre ambos sea beneficiosa para el bienestar y progreso de los estudiantes. Mientras más cercana y colaborativa sea la relación familia-escuela, más positivo será el impacto. Quizás sea hora de que padres y profesores dialoguen sobre este tema para buscar las mejores soluciones, considerando la cantidad y tipo de tareas.