En una columna anterior describimos los intereses lectores de los niños pequeños; estos cambian a partir de los seis años y hasta los ocho, cuando entran de lleno en el espacio de la imaginación. Comienzan a volar y a soñar que son protagonistas de aventuras fantásticas y se sienten capaces de realizar cosas que son imposibles en la realidad.
Los cuentos de hadas y de la literatura infantil más clásica entusiasman a los niños, que se dejan conmover con las desventuras de Pinocho y del Patito Feo, y se sienten felices cuando los personajes superan las dificultades y eso favorece la identificación con personajes resilientes.
La elección de libros en esta etapa no solo tiene el valor de introducir el mundo mágico de la ficción, puesto que comienzan a distinguir la realidad de la fantasía. La inmersión en la fantasía será un elemento esencial de su creatividad futura. Si bien los niños entran con felicidad en el terreno de la fantasía y disfrutan de ambos mundos, son capaces de distinguir entre lo real y lo ilusorio.
Pero es necesario escoger entre la enorme oferta de cuentos con calidad literaria aquellos que tienen contenidos apropiados y no son excesivamente crueles, como podrían ser Barba Azul o Hansel y Gretel. Considero que es preferible no poblar la imaginación de los niños con maridos asesinos o figuras parentales egoístas, como en las historias mencionadas. Como hay abundancia, es más prudente escoger aquellos que tengan un potencial de mostrar imágenes positivas y personajes capaces de enfrentar obstáculos.
En las últimas décadas, autores y editoriales han transformado algunos finales de los cuentos para hacerlos menos terroríficos y a los protagonistas, menos vengativos. El lobo no es asesinado a manos del protagonista, sino que es sometido a juicio y se rehabilita.
Lo esencial que hay que lograr en esta etapa, desde el punto de vista psicoeducativo, es que logren apasionarse con los libros, que les guste leer y que se sientan competentes. Trate de respetar sus intereses. Si quiere leer la serie de Gaturro o Condorito, bienvenido sea. Combine el contarles cuentos con la lectura silenciosa e intente pasear con ellos por las librerías y bibliotecas para que accedan a una gran variedad de libros.
La relación de los niños con los libros y la lectura tiene el gran mérito de poblar la imaginación del niño y de generar el gusto por la literatura.