A veces es la enseñanza de los años todo lo que hace falta. Como en el coñac o en un gran jerez. En el caso del restorán Amigos del Mar le falta solera, aunque ya tiene algún tiempo establecido. Porque está dado uno de los principales elementos, como es la calidad de las materias primas usadas.
Por ejemplo, la entrada de locos (Amigo loquito, $8.990) nos sorprendió por el tamaño y perfecta cocción de tres locos -buena porción- que la constituía. Pero el contorno fue decepcionante: una mínima conchita (de un mínimo ostión) con mayonesa (que haya sido industrial no puede achacársele al restorán, aunque hay formas de proporcionar una buena mayonesa sin pecar), unas pocas lechugas picadas, otra conchita con esa detestable cebolla cruda picada con perejil o cilantro que mentan "salsa verde", y algunos adornitos adicionales. Esos locos merecían un encuadre de calidad, y no estas banalidades.
Por su parte, las empanadas de queso ($1.000 cada una), grandes, bien fritas, resultaron muy buenas, por donde se advierte la buena mano. Salvo, quizá, por una cantidad excesiva de queso: de acuerdo, al "respetable" le gusta la cantidad, sobre todo si es de queso derretido. Si es más importante darle en el gusto que hacer algo de buen gusto, bueno: ¿quién es uno para interferir en el negocio? Porque el local es normalmente muy concurrido. No es que sea propiamente una "picá" (no lo es por los precios), pero le encantaría serlo.
El salmón a la parrilla con mantequilla negra ($5.690) con puré rústico ($1.400), fue, en cambio, decepcionante: como suele ser el uso popular, estaba ese trozo (de satisfactorio tamaño) recocido. ¡Qué difícil es encontrar en Chile lugares donde conozcan los puntos de cocción ideales para los pescados! Y el puré rústico, no tenía casi mantequilla: grave cosa; la rusticidad no debe significar cicatería en este punto, sobre todo porque, en otros aspectos, se ve generosidad en los platos. ¿Es ignorancia, descuido?
El chupe de mariscos especial ($6.190) nos pareció bien hecho, con pan, como debe ser; la mezcla de mariscos fue poco legible (los camarones, eso sí, apenas cocidos, lo que es una bendición en un país que los ama cocidos o fritos con ferocidad). Pero tenía -de nuevo- un exceso de queso por encima, y no queso parmesano, sino mantecoso, del que hace hilos y que, en cualquier parte que se lo ponga, constituye el deleite del gaznápiro nacional.
De los postres, no había la mayor parte. Optamos por un "pie de limón" ($2.490), -denominado "pie" (de extremidad) por la garzona-; aceptable. Y por una terrible leche asada ($1.890), absolutamente vitanda, servida en... copa.
Servicio poco profesional (la persona que nos sirvió no podía describir los platos). Supuesta la distancia a la que está, este restorán debiera recompensar el viaje con más calidad... Es solera lo que falta.
Tobalaba 13727, pasado Quilín, Peñalolén, 2 2723 8758.