El restorán Matsuri es uno de los más refinados de la cocina japonesa en Chile. Su anterior chef, la premiada Miriam Moriyama, está abriendo una importante línea de cocina japonesa en Sao Paulo, y ha sido reemplazada por Roberto Yagui, secundado por el sous chef Emanuel Luengo. Con ambos a la cabeza, hemos tenido una estupenda experiencia.
Como no había en la carta sopa ramen (figurará en la carta de invierno, próxima a salir) manifestamos nuestra desilusión. Esta llegó a oídos del chef y nos mandó decir que prepararía esa sopa para nosotros. Y llegó una sopa ramen estupenda, con pollo apanado en finas láminas y frito, más los acostumbrados y deliciosos fideos (las sopas japonesas, todas, son excelentes).
Esta vez quisimos partir por platos fríos y culminar con algunos calientes. El nigiri de pulpo Tako ($3.500, 2 grandes piezas) lucía un pulpo blandísimo y sabroso. El Aburi maki que vino después ($7.500, 8 piezas) fue de camarón con palta, queso crema, y envuelto en láminas de salmón grillado; también muy bueno, aunque quizá el salmón crudo hubiera estado mejor. La corona de estos introitos fríos fue el Futo maki ($7.800, 8 piezas), compuesto de camarón, huevo, pepino, espinaca, jengibre y champiñones shiitaki: una obra de arte de equilibrio de texturas y sabores.
En el capítulo caliente, nos fuimos con un Kushi age ($9.000), frituras hechas con una mezcla de mariscos y pescados apanados, con salsas de jengibre y mirin. El tempura, hay que decirlo, se aprecia mejor cuando el batido envuelve a un solo producto. Pero, aparte de este comentario, no hubo nada que repararle a este plato.
Como queríamos explorar la mano del chef en carnes, catamos un plato de trozos de "pecho de chancho" (cualquiera sea la parte del chancho así denominada resultó carnudita y con poca grasa), cortado en trozos que fueron servidos con salsa mizore y marinados en jengibre ($6.800, gran cantidad de chancho). El nombre de esta rica preparación es algo extraordinario, Buta bara karage. Pero sea lo que fuere lo que eso significa, el chancho estaba estupendo.
La culminación -y gloriosa corona- de la comida fue un plato de filete (Gyu tataki) que consistió en láminas de filete en buena cantidad, apenas selladas por fuera (pero selladas perfectamente), acompañadas de verduritas, y con una salsa de jengibre y jugo de algún cítrico, que resultó ser una perfecta delicia: algo que no debe omitirse en una visita a este lugar ($7.500).
Se nos proveyó, para los platos calientes, de pocillos con salsa picante (bien picante), delicada salsa ponzu (de cítricos) y salsa soya baja en sodio (la hay también de la normal), cuyo sabor es igualmente agradable que la corriente.
Carta de vinos excelente, con algunos grandes franceses (Chateau Haut Brion, $750.000). Atención perfecta. Muy buenos precios. Estacionamiento en el patio del hotel Hyatt.
Hotel Hyatt. Av. Kennedy 4601, 2 2950 1234.