No es tan difícil convivir con aquellos a quienes queremos o con los que piensan o actúan en forma semejante a nosotros, pero se requiere de una gran humanidad para convivir en forma pacífica con quienes tienen una forma de entender el mundo distinta a la nuestra. De hecho, muchas de las grandes guerras de la humanidad, sino todas, se han originado en diferencias religiosas o ideológicas, y en nombre de la defensa de ideas se han cometido los más atroces crímenes contra los derechos humanos.
Un maravilloso ejemplo de cómo es posible cooperar en la construcción de un mundo mejor es el médico Izzeldin Abuelaish, quien fuera nominado al Premio Nobel de La Paz. El año 2009 él perdió a dos de sus hijas y una sobrina en un ataque israelí a la franja de Gaza. En su libro autobiográfico "No voy a odiar", cuenta su experiencia y cómo logra sobreponerse a su tragedia y mantenerse en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto árabe- israelí. Él es un ferviente defensor de la paz entre ambos pueblos.
El doctor Abuelaish reflexiona en el capítulo séptimo de su libro sobre la experiencia del bombardeo a su casa: "Esta catástrofe de la muerte de mis hijas y mi sobrina ha reforzado mi forma de pensar, ha hecho profundizar mi creencia de cómo tender puentes. Siento en el fondo de mi ser la convicción de que la violencia es inútil. Es una pérdida de tiempo, de vidas y de recursos, y está demostrado que solo engendra más violencia. No funciona. Solo consigue perpetuar un círculo vicioso. Solo hay un modo de construir un puente que salve ese abismo: para vivir juntos, para alcanzar los objetivos de dos pueblos tenemos que encontrar la luz que nos guíe hasta nuestro objetivo. No estoy hablando de la luz de la fe religiosa, sino de la luz como símbolo de la verdad. La luz que nos permite ver, despejar la niebla, encontrar la sabiduría. Para encontrar la luz de la verdad tienes que hablar, escuchar, respetar. En lugar de malgastar energía en el odio, has de utilizarla para abrir los ojos y ver de verdad lo que pasa. Estoy convencido de que si podemos ver la verdad podremos vivir los unos junto a los otros".
Para honrar la memoria de sus hijas, el Dr. Abuelaish creó la fundación "Hijas por la vida", cuyo propósito es mejorar la educación de las niñas y las condiciones de vida de las mujeres.
Poner barreras y competir es lo opuesto a crear puentes. Validando lo orgullosos que nos podamos sentir por los logros de nuestros hijos, enseñémosles a vivir con sencillez los éxitos que vayan logrando. Que los logros valgan por sí mismos y no en comparación con los otros. No los invitemos a competir, sino a cooperar.