Hay restoranes que, a diferencia de tantos otros que se agrupan en ciertos barrios para beneficiarse con el "rebalse" (si uno se llena, los clientes se van de inmediato al del lado), enfrentan la vida solos, valientemente. Estos suelen emerger en los barrios más residenciales y se transforman en "restoranes de barrio" que, si el vecindario es exigente, aprecia lo bueno y castiga lo malo, alcanzan altos niveles de calidad.
El restorán Caminito es uno de ellos. Bien puesto, agradablemente decorado, con una música en vivo muy discreta y en nivel acústico respetuoso, es ideal para ir con un grupo de amigos a comer sin que se le interponga a uno la comida, sin necesidad de ser avezado en catalanidades ni tener aspiraciones de parecer cosmopolitas ni ecuménicos. Nada de imitar aquí a bandas de monos sabios que se dejan caer en Chilito, de vez en cuando, para epatar con sus "productos" endémicos, sus técnicas experimentales y vanguardistas y otras blabletas mediáticas.
La carta es la de una brasserie, para decirlo en breve. Muchas carnes a la parrilla (sólo dos pescados, dos platos de pollo y también en ese estilo), muchos tipos de "milanesas", muchas salsas para las carnes. Casi no hay pastas, pero sí buen arroz y el elenco usual de acompañamientos (papas fritas, duquesas, etc.). El pecado está en el capítulo postres, como es endémico (esto sí que es "endémico" en Chile), aunque se puede espigar uno o dos de entre las papayas y castañas con crema y demás obviedades.
De entrada probamos unas empanaditas de queso ($3.600 por 6) algo adocenadas pero buenas para entretener el diente en la espera. Buen pancito amasado, mantequilla y pebre. Luego catamos un lomo a las brasas con salsa de aceitunas ($10.690): buen trozo de carne de 300 gr, un matiz más dura de lo que esperábamos, cubierta por una salsa de crema con abundantes aceitunas negras picaditas; muy bueno y sencillo: la mezcla de carne asada y crema no falla, y las aceitunas le dan vigor a la crema. Probamos también una muy bien hecha milanesa Cordon Bleu ($7.690), rellena con jamón y queso en cantidades apropiadas; bien dorada y crujiente, perfectamente seca (gran cosa). Para acompañar ésta probamos un "arroz Caminito" ($4.500) con tomate y abundantes camarones grandes, muy sabroso.
De los postres, luego de superado el aburrimiento que causa leer su lista, nos fuimos por una torta de merengue con frambuesa ($3.690), algo helada pero, en fin, aceptable, y un rutinario pero buen flan ($2.990).
Hay una lista breve de cervezas y de vinos, pero la verdad es que no se requiere más (el vino de mayor precio está a $16.500).
El servicio es algo errático. Si comienza con uno un garzón, que siga hasta el final. Los cambios confunden y retrasan. Estacionamiento razonable en la calle.
El Aguilucho 3555, Ñuñoa. 2 2209 0526.