No sé si se acuerdan de Las Encinas. Aún es posible verlo por ahí: ese vino blanco, de estilo oxidativo, nuestro propio jerez en medio de los años 80, cuando aún no había rastros de sauvignon blanc o chardonnay y todo era o blanco o tinto. Y Las Encinas era el rey indiscutido de los blancos.
Las Encinas ya no es lo que era, claro. Aunque sigue fiel a su estilo (hubo algunos intentos por cambiarlo, que no funcionaron), hoy hay otras formas que predominan. Y lo mismo sucede con la cepa base de Las Encinas, el semillón. ¿Quién se acuerda del semillón? Antes de que se instalara el chardonnay, muchos antes del actual reinado del sauvignon, era el semillón la cepa blanca en Chile. Y no había mucho más. Hoy, por cierto, los tiempos han mutado.
En Wikén, sin embargo, ya les hemos contado de algunos esfuerzos individuales, tanto en Chile como en Argentina (cuya historia con la cepa es muy parecida), para revitalizar al semillón. Pero desde un tiempo a esta parte, los pocos productores que trabajan con la cepa en nuestro país se están tomando las cosas mucho más en serio; tanto, que en una movida completamente inédita, mostrarán sus vinos en conjunto. Que yo sepa, eso nunca había pasado en Chile.
Se trata de las viñas Aresti, Carmen, Casas del Toqui, J.A. Jofré y J. Bouchon, quienes, en un par de semanas más, presentarán su trabajo con el semillón, dejando de lado los intereses particulares para enarbolar la bandera de la cepa, un rescate necesario. "Creo que rescatando al semillón también rescatamos parte de la historia vitícola de nuestro país, y eso es muy importante porque le estamos dando al vino un sentido cultural y un origen. Se trata aquí de muy viejos viñedos, con historia. De cierta forma, jugamos a la arqueología, porque no solo rescatas una variedad, sino que todo un trasfondo cultural que te ayuda a entender muchas cosas", dice Felipe Ramírez, enólogo de J. Bouchon.
Si bien el semillón en Chile se estaba perdiendo, en otras zonas del mundo se trata de una cepa clásica. De hecho, es la base de los blancos de Burdeos y de los dulces de Sauternes, también bordoleses. En el Nuevo Mundo, es en el Valle de Hunter, en Australia, donde tiene su lugar, claro que en un estilo muy distinto a los amielados y cremosos semillón de Burdeos. Allí son ácidos a morir, y al mismo tiempo son uno de los blancos que más viven en botella. No se extrañen si encuentran un Hunter de cuarenta años. Como hecho ayer.
"Para mí es una variedad recatada en nariz. Da vinos con aromas a flores y miel, pero tiene una boca tremenda. Esa es su gran gracia. Me gusta la textura y el peso que toma fermentando en barricas viejas. Con sauvignon blanc se complementa muy bien. La mezcla da vinos muy ricos, con peso y también muy frescos", dice el enólogo Sebastián Labbé, de Carmen, otra de las viñas que se ha propuesto rescatar la cepa.
De acuerdo al Servicio Agrícola y Ganadero, en Chile hay plantadas unas 968 hectáreas de semillón. Poco si se le compara con las casi doce mil que existen de chardonnay o las más de quince mil de sauvignon blanc. Pero aun así, esas hectáreas -casi todo de viña vieja- son más que suficientes como para iniciar el rescate. Estas cinco viñas ya lo están haciendo. No se extrañen, entonces, si escuchan hablar más y más del semillón en el futuro cercano. Mientras tanto, vayan buscando machas a la parmesana. Matrimonio perfecto.