Matar el hambre no es poca cosa. Y matarla de forma higiénica, en lugar agradable, con bonita vista y a un precio bastante razonable, es mucho mejor. Pero nada de esto tiene mucho que ver con una buena cocina. Recordamos que, en La Paz, nos llevaron una vez a cierto festival folclórico en que el plato más importante era una yuxtaposición de cosas para comidas en fuga: cuando uno arranca de algo, agarra lo que tiene más a mano, papas secas, charqui, choclo... Todo eso mata el hambre; pero no es cocina.
Hace algunos años visitamos el restorán El Mirador, del resort Marbella. Volvimos ahora y nos encontramos con un buen lugar para matar el hambre, pero solo eso.
La carta no ha cambiado mucho en estos años. Bien: los cambios de carta semestrales suelen ser desatinados; se avienta cada semestre los mejores platos ofrecidos en el semestre anterior, y si quiere uno ir a disfrutar nuevamente de ellos, ya no están. La Tour d'Argent en París hace décadas que ofrece canard à la presse, y no piensan "renovar". Pero cuando, con los platos, se mantienen sus defectos como si nada hubiera pasado, mal.
En esta ocasión preguntamos si se permitía tomar la entrada del buffet y el segundo, de la carta. Como se podía, fuimos al buffet que, a decir verdad, no es muy rico ni variado: unos cuantos cebiches de mariscos, salmón ahumado (bueno), fondos de alcachofa (de tarro, en conserva de vinagre) rellenos, espárragos (excesivamente "al dente": esta hortaliza debe estar cocida para tener sabor), algunas ensaladas, salsitas.
Fondos. Pedimos una corvina del chef, pero como no había corvina, pedimos el plato con congrio ($9.500): la concepción del plato no es buena: un pescado puesto bajo una capa de ostiones con pesto, no es capaz de dar una pelea gustativa contra tales elementos, y el resultado es que el pescado desaparece. Un pescado debe estar cocido a punto y con la menor manipulación o aderezo posibles. Figuraban como contorno los mismos espárragos y alcachofas del buffet.
Suprema El Mirador ($7.300): trozo de pechuga rellena con camarones, queso y champiñones, puesta sobre una ratatouille. La pechuga, contrariamente a lo que es frecuente, estaba cocida a punto, o sea, no reseca, y el relleno no fue particularmente imaginativo, pero nada mal. La ratatouille sí que fue un grave error de concepción: una ratatouille dista mucho de ser un guiso donde predominan el tomate y la cebolla; esto no es un tomaticán. Ahí quedó la ratatouille.
Postres del buffet: desmañadas tortas y tartas, flan, mousses. De la carta, una torta de merengue con lúcuma (llegó con unos malhadados adornos de chocolate): evítela.
Servicio errático. El mozo desapareció (lo vimos secando copas en la cocina); apareció una garzona; reapareció el mozo con la cuenta... Carta de vinos, primaria. Buen estacionamiento.
Marbella. Km 35 camino Concón-Zapallar. (32) 2795900.