Hace años hicimos una visita a este lugar. Esta vez nos sentamos en la terraza, a pasos de la arena, con linda vista de Papudo, que posee un estupendo lejos...
Y la verdad es que comprobamos que se mantiene aquí el nivel de calidad, porque sigue al mando el mismo chef, con el mismo entusiasmo de siempre y el mismo buen tino en sus innovaciones.
La carta es, sobre todo, de pescados y mariscos, de buena calidad, algunos frescos (los de la zona, como la vieja) y otros congelados (como el salmón). Pero hay también algunos platos de tierra adentro, como los tallarines Bontú, rico plato casero chileno; campean algunos con sello español, como los callos, y se ofrecen otros que no suelen ser comunes, como el escabeche de conejo (que sería mejor frío, que es como debe ser, y no caliente).
Hay algunas ensaladas y una serie de agregados estándar, que se pagan aparte en algunos casos (no fue el de ninguno de nuestros platos). El punto débil sigue siendo la lista de postres, que apenas se escapa, por la calidad de algunos de ellos, de esa tristísima cantilena de papayas con crema, duraznos al jugo, castañas en almíbar... ¡Cómo obligar a los "restauradores" a poner a trabajar la imaginación! Que no falta en este restorán, como pudimos comprobar por lo demás que comimos, tomado de la lista de "creaciones" del chef. Vamos al detalle.
El salmón Punta Pite ($10.600) es el único que nos pareció insuficientemente meditado: dos filetes de salmón con un relleno de crema entre medio, con tocino ahumado y rodeado de salsa de naranjas. Todo esto promete; pero su ejecución presenta dificultades insuperables, puesto que, para que el relleno esté a punto, hay que dejar el pescado en el horno más de lo que acepta el punto óptimo de cocción del salmón. Resultado: salmón seco. O sea, defectuosa concepción.
En cambio, la Vieja brava ($10.600), con salsa picantita y tocino, estuvo en su punto perfecto de cocción. Única observación: el aditamento de fondos de alcachofas, que es tan interesante, no lo encontramos por parte alguna. Cuidado. Por su parte, la Merluza austral a lo arriero ($9.800) fue absolutamente perfecta: tamaño de la porción, cocción del pescado, cantidad de ajo, mariscos bivalvos a punto, papas doradas. Una delicia. Y la corona se la llevó el Congrio frito a lo pobre ($10.400), cada uno de cuyos componentes alcanzó la cumbre: excelente fritura (seca, crujiente) del pescado, papas fritas estupendas, perfecta cebolla dorada, y su par de huevos.
Postres. Probamos una excelente crème brûlée y una leche asada que, quizá por el exceso de huevos, resultó más resistente a la cuchara que lo ideal. Hay también un suspiro de Elqui, con papayas y pisco.
Carta de vinos funcional (el más caro, $16.300). Buen servicio. Buen estacionamiento. Lo mejor de Papudo.
Frente a playa grande de Papudo. Estacionamiento: Irarrázaval, al lado de club de tenis.