El cine y la lectura son dos espacios que nos permiten habitar en mundos posibles, desarrollando la imaginación, la comprensión de los sentimientos, el pensamiento y los valores. El libro de Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito", es un clásico que ha marcado a varias generaciones con su magia y su filosofía de las relaciones interpersonales. En base a este texto, el director Mark Osborne realizó una película de animación digital extraordinaria. Pero no se haga expectativas de ver un filme que se atenga exactamente al texto, porque, como toda buena película, se trata de una adaptación en la que los textos, valores y contenidos se van introduciendo cinematográficamente dentro de una trama actual.
Es la historia de una niña pequeña que vive sola con su madre, quien pretende prepararla para vivir en un mundo altamente competitivo y exigente, en forma exageradamente regulada, controladora y fría. Cada minuto de la vida de la protagonista está programado en una secuencia implacable para optimizar el tiempo, sin dejar espacio para jugar ni para compartir con amigos.
En esta planificación nada es dejado al azar y todo está controlado. Por ejemplo, cada vez que termina una tarea, debe marcarla como realizada con un magneto. En la búsqueda de un buen colegio, la madre se cambia de barrio, quedando vecinas de un viejo aviador excéntrico que introduce a la niña en el maravilloso mundo de "El Principito". Con este personaje, la niña encuentra páginas escogidas del libro, las que revive con una animación bastante fiel. Con esto, el aviador le pone a la vida de la niña poesía, magia y diversión, que la programación de la madre no le permitía.
La película es una crítica social a un mundo estandarizado y riguroso, bastante gris, donde todas las casas son iguales, salvo la del aviador, que tiene un maravilloso desorden que estimula la creatividad. El anciano es una recreación del piloto del Principito. La película se transforma en una historia dentro de otra historia, que a lo mejor escapa a la comprensión de los niños en alguna de sus sutilezas, lo cual no constituye una limitación para que sea vista por ellos.
Hay una fuerte crítica al estrés al que son sometidos los niños en los exámenes de admisión de los colegios y a la carrera competitiva por la excelencia académica. Sin duda es una caricatura de nuestra forma de evaluar, pero refleja la gran presión que sienten los niños frente al sistema de evaluación. Constituye una ficción no muy lejana de la realidad. Como toda buena película para niños, es de gran utilidad para conectar a los adultos con el mundo infantil y con el exceso de presión que puedan estar ejerciendo sobre los niños. Quizás bajo los diez años puede no resultar tan atractiva y ser muy compleja.
Antes de verla es recomendable releer el libro para facilitar la comprensión de esta película, con una estética que, a pesar de su complejidad, la hace cercana a los niños.
En resumen, es una mirada crítica de una forma de enfrentar la infancia, exitista y deshumanizada, que incluye en su realización gran parte de la visión humanista de esa obra de arte que fue escrita en 1943.