El año que termina fue difícil para muchos por diversas razones y cuando llega un nuevo año es conveniente evaluar lo que aprendimos y lo que nos dejaron las experiencias del pasado. Si hay personas que ya no están con nosotras físicamente, siempre se encontrarán en nuestros recuerdos. En contextos tan confusos como los que nos rodean, es difícil partir el año con una actitud esperanzada, pero es indispensable hacerlo para el bienestar emocional de los niños. Ellos necesitan creer que podrán cooperar a construir un mundo más justo.
Quizás en este nuevo año hay cosas que es necesario dejar atrás, para así dar paso a energías renovadas. Es bueno abandonar resentimientos, impaciencias que nos impiden tener vínculos sanos con los que más queremos y tener una actitud más tolerante y afectuosa con quienes nos rodean.
Para tener esperanza, a veces es necesario liberarse de cosas que nos atan y nos impiden crecer y desarrollarnos. A veces el acto simbólico de deshacerse de algunas cosas que nos estorban, que a lo mejor harían muy feliz a otra persona, ayuda a entender que no es tan difícil desapegarse, y por el contrario, puede ser muy liberador. ¿Qué tal si regala algo que no usa y está en su clóset? Quizás es mejor andar ligero de equipaje.Intente hacerlo con sus hijos, lo que puede ser una buena enseñanza para no pasar la vida acumulando cosas prescindibles.
Hacer un orden del dormitorio o escritorio con una actitud positiva puede ser muy clarificador de lo que se quiere conservar o de lo que se quiere deshacer.
Otra buena petición para el nuevo año es aprender a mirar la vida con sus matices y no solo en blanco y negro, poniéndole colores más alegres y más vivos.
También sería bueno aprender a regalar más esperanza a los que comparten nuestro camino. La desesperanza es tan invasiva que desenergiza y resta felicidad a las personas. No en vano la esperanza es una de las virtudes cardinales. Es cierto que hay limitaciones y obstáculos en la trayectoria de vida de las personas, pero también es verdadero que muchas cosas se nos han regalado, y ser capaz de reconocerlas constituye un signo de salud mental.
Cuando estamos con una actitud positiva, se es capaz de mirar las oportunidades que el mundo nos ofrece, no solo para nosotros sino también para ayudar a otros. Es importante tener una actitud de apertura para mirar lo que otros pueden necesitar de nosotros. Esa actitud se transmite a los hijos, transformándolos en mejores personas. Quizás la mejor petición para un nuevo año es poder tener un corazón más compasivo, menos crítico, más tolerante.