Es difícil explicar cuánto pueden significar algunos juguetes para los niños, como la magia que ejerce sobre ellos entrar en una juguetería, la tranquilidad que un preescolar encuentra al dormir abrazado con su enorme oso de peluche, o la expectativa que tiene cuando espera que le regalen algo que anhelaba, especialmente para una Navidad o para su cumpleaños. Por otra parte, cómo no empatizar con la frustración que experimentan al abrir un paquete hermosamente envuelto que contiene algo que los desilusiona. Para entender y conectarse con los sentimientos de los niños y comprender algunas de sus reacciones, hay que recordar episodios de la propia infancia y el rol que los juguetes tuvieron para cada uno de nosotros.
A medida que van creciendo, a veces los niños dejan aparentemente de lado algunos juguetes y pueden avergonzarse cuando sus amigos o amigas los ven jugar con sus muñecas o con sus autitos, pero les cuesta muchísimo deshacerse de ellos, por el enorme valor afectivo que tienen. En estos casos, la presión de los padres para que los regalen, puede ser sentida como desamor.
La escritora Donna Tartt, en su libro "Un juego de niños", condensa en las palabras de la protagonista, Harriet, los sentimientos de los niños en relación al apego a sus juguetes. Dice: "La familia de ratoncitos con peluca y elegantes trajes franceses que Harriet había visto en el escaparate de una tienda carísima de Nueva Orleans, y por la que había suplicado, llorado, guardado silencio y rechazado la cena, hasta que al final Libby, Adelaide y Tat se escaparon del hotel Pontchartrain y entre los tres se la compraron. La Navidad de los ratoncitos, la más feliz de su vida. Jamás había sentido una alegría tan inmensa como cuando abrió aquella preciosa caja roja y salieron volando nubes de papel de seda. ¿Cómo se explicaba que su madre acumulara todos los periódicos que entraban a la casa (y se enfadara si a Ida se le ocurría tirar a la basura aunque solo fuera una hoja) y, en cambio, pretendiera regalar la familia de ratoncitos?".
Muchos de los juguetes preferidos pueden ser definidos como objetos transicionales de apego, por la enorme carga afectiva que tienen y por la seguridad que transmiten a sus dueños. Quizás por eso les resulta tan difícil desprenderse de ellos, por estar anclados a vivencias emocionales muy profundas, y solo el niño sabe cuándo está listo para regalarlos. Es un proceso que debe contar con la aprobación del niño.
No se trata de atiborrarlos de juguetes, ni de que estos sean muy caros, pero sí de escogerlos cuidadosamente atendiendo a la edad del niño y especialmente a sus intereses.