Las cosas han cambiado mucho en el vino chileno. Primero, y como una forma de separar aguas, se formó el Movimiento de Viñateros Independientes, Movi, un grupo de pequeños productores que por primera vez puso el tema sobre la mesa: el vino chileno no tiene por qué ser solo considerado un producto industrial.
En una postura algo más extrema, y sin una organización formal, los Chanchos Deslenguados se sumaron al tema. Alrededor de ferias organizadas en distintos lugares de Santiago y regiones, los Chanchos son un variopinto grupo de productores, la mayor parte alzando la bandera de los vinos naturales, es decir, vinos hechos con una mínima intervención enológica. Aunque distintos en concepción y resultados, ambos colectivos apuntan a lo mismo: darle al vino nacional un aura algo más humana y de menor estandarización.
En ese contexto, se acaba de formar una nueva asociación con fines más o menos similares. Se trata de Slow Vino Chile, un pequeño grupo de enólogos que lo que busca es hacer vinos con sentido de lugar. Slow se inspira en el movimiento Slow Food, que aboga por sabores tradicionales y locales, y lo componen Viña Gandolini, del enólogo Stefano Gandolini; Ventolera, del viticultor Vicente Izquierdo en sociedad con Gandolini; Andes Plateau, de Felipe Uribe; Las Luciérnagas, de Felipe Ramírez; Pulso, de Ximena Pacheco, y Maturana Wines, de Ignacio Maturana. Salvo Ramírez, quien trabaja como enólogo en J. Bouchon, todos los demás se dedican cien por cien a sus proyectos personales.
De acuerdo a los estatutos de esta nueva agrupación, para ser miembro se debe ser viticultor, enólogo o excepcionalmente una persona que ha dedicado su vida al vino. Además, las producciones deben ser menores a 150.000 botellas, un número alto para cualquier productor artesanal, pero que habla de las ambiciones de estos Slow. También se ponen un precio mínimo de venta retail por botella: US $25 o lo que equivaldría a unos $15.000 en el comercio chileno. Finalmente, deben producir ellos mismos sus vinos, ya sea con uvas propias o compradas a terceros, es decir, nada de envasar vinos hechos por otros.
¿Qué pasa hoy en el país que hay tantos nuevos proyectos a pequeña escala? Stefano Gandolini, el vocero del grupo, responde: "Creemos que hay una mayor apertura de mente, mayor conocimiento y ganas de emprender. El vino chileno, por el hecho de estar manejado por grandes corporaciones, siempre ha sido tratado como una 'industria', y los vinos han tendido a estandarizarse, teniendo como consecuencia que nos miren como fomes. A nosotros nos gusta más el concepto de 'el mundo del vino', algo más a pequeña escala, más humano".
Gandolini piensa que aún hay espacio para muchos otros grupos como Slow, por la diversidad que eso representa y por la imagen que da en el mercado. "En la medida que vayan naciendo más grupos nos ayudará como país a mostrar que las cosas están cambiando, que estamos dejando de ser una industria de grandes volúmenes y comenzando a enseñar que sí somos capaces de tener identidad de origen y por ende diversidad. Lo que mostramos es una nueva cara de Chile".
Slow quiere apuntar al mercado local porque -como es lógico- es lo más cercano, lo más simple y lo que da más ganancias. Exportar implica otros gastos e inversiones que estos productores no pueden afrontar por el momento. "Una de nuestras metas al unirnos es precisamente dar a conocer en Chile que existe un grupo de productores que están elaborando vinos de alto nivel cualitativo. El principal mercado de las viñas pequeñas tiene que ser Chile, a pesar de que sea un mercado pequeño y que la distribución esté concentrada en muy pocas manos", afirma Stefano Gandolini.
Y la pregunta del millón: ¿hay alguna diferencia entre los vinos que los enólogos hacen para las viñas grandes y estos que hacen para sus propios proyectos? "Esa es nuestra convicción absoluta y por eso estamos embarcados en estos proyectos. Las producciones muy limitadas, a pequeña escala, de un lugar muy determinado y sobresaliente, si se elaboran meticulosa y apasionadamente tienen grandes posibilidades de sobresalir. El tema es que el consumidor lo logre apreciar. Ese será nuestro gran desafío", concluye Gandolini.
Para que ustedes mismos saquen sus propias conclusiones, Pulso, Andes Plateau, Ventolera y Maturana Wines se pueden encontrar en las tiendas de El Mundo del Vino, mientras que Viña Gandolini y La Luciérnaga debutarán pronto en el mercado.