Renán Cancino nació en el pequeño pueblo de Sauzal, en el Maule. Además de su trabajo como consultor vitícola, Cancino es productor de vinos. Su proyecto El Viejo Almacén de Sauzal produce cantidades muy limitadas de país bajo el nombre Huaso de Sauzal Chilena. Y la versión 2014 debe ser el mejor tinto que yo al menos he probado hecho con esta olvidada cepa tinta, una uva que hoy vive su momento de gloria.
Sin embargo, la idea de rescatar al país ya no solo viene de pequeños elaboradores artesanales, sino que también ahora producen país bodegas mucho más grandes y más inmersas en el -digamos-establishment de la industria del vino en el mundo.
El año pasado vimos como Concha y Toro incluía un país en su línea Marqués de Casa Concha y también cómo San Pedro armaba una nueva línea de vinos, en diminutas producciones, en la que también incluyó un par de barricas de país. Dos de las cuatro viñas más grandes de Chile se atrevían con la cepa. Por el momento, no tenemos noticias de que las otras dos -a saber Santa Carolina y Santa Rita- tengan planes, pero no sería nada de raro que en el corto plazo también incluyeran a la primera de las uvas tintas que llegó al continente americano, traída por los conquistadores españoles.
Puede que se trate de una moda, pero también puede que tenga mucho de curiosidad enológica, un valor que ha determinado una buena parte del desarrollo del vino chileno en la última década. "Hace ya un par de años que veníamos vinificando país pensando incluirlo en la línea TH, un poco por curiosidad y un poco por desafío. Las uvas vienen de la propiedad de nuestro productor de carignan, y con más de 100 años, según ellos mismos. Nos agarrábamos la cabeza de cómo no iba a ser posible hacer algo decente", cuenta Rafael Urrejola, enólogo de Undurraga y encargado de la línea TH.
Tras dos cosechas, finalmente Urrejola obtuvo un vino que cumplió con los estándares de calidad de TH. "En 2014 por fin logramos domar la rusticidad del país y nos decidimos a hacer unas cuantas botellas. El país es parte de nuestra cultura y la línea TH busca justamente representar la diversidad de vinos que tenemos. En ese sentido, el país tenía que estar", agrega Urrejola.
Otra de las bodegas que ha debutado con el país es J. Bouchon. En sus viñedos de Mingre, en el Maule, tienen viejas parras de la cepa, pero en estado totalmente salvaje, sin conducción alguna, entre los arbustos y enredándose entre los árboles. Con esas uvas están por lanzar País Salvaje, un vino delicioso en su simpleza, frutal a morir, para pedir otra botella de inmediato, porque la primera seguro que se acaba pronto. "Decidimos hacerlo porque en Mingre tenemos viñas de país de más de 100 años y eso es un patrimonio. Optamos por vinificarlo de la manera más natural posible para respetar la variedad al máximo", dice Julio Bouchon, gerente de la viña.
Chilcas, del Grupo Via Wines, también hace un país, esta vez desde el año 2012. Se trata de un viejo viñedo de Cauquenes que crece en un suelo pedregoso y que da muy pocas uvas, pero un vino delicioso en frescor. Otro de los país domados, suaves, como para beber sin parar, la marca registrada de esta cepa que hoy vive su mejor momento en más de ciento cincuenta años.