Por lo general, cuando pensamos en asado, pensamos, primero, en tintos. Luego, lo primero que se nos viene a la cabeza es el cabernet sauvignon. A veces -y porque nos han dicho que en Chile son buenos- también pensamos en carmenere. Y ya cuando andamos en plan innovador o radical, intentamos con un syrah.
Todo bien. Los asados -la mayor parte de ellos, sobre todo si se trata de carne de vacuno o cordero- necesitan la astringencia y el cuerpo de los tintos para que la carne pase con mayor facilidad. Y también es cierto que tanto el cabernet como el carmenere o el syrah son excelentes compañeros para la parrilla. Pero hay más, por cierto. Mucho más.
Por ejemplo, uno de los fenómenos más importantes que ha sucedido en la escena de vinos chilenos: la irrupción de las cepas mediterráneas, un tema que hemos tratado aquí, pero que cada vez se vuelve más trascendente en nuestro país. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué de pronto uno podría descorchar una garnacha para el asado? ¿O un monastrell o una cariñena? ¿O todas las anteriores mezcladas en el mismo vino?
Podríamos decir que todo comenzó con el auge del carignan hacia la segunda mitad de los 90. Una cepa que se adapta a condiciones de alto sol, que produce mucho, que es algo rústica en textura, pero generosa en sabores frutales y que dio excelentes resultados sobre los suelos del cálido y seco Maule. Ese podría ser el origen de este pequeño auge.
También, aunque menos probable, es que se deba a una cierta moda en el exterior por cepas de este estilo. La garnacha, por ejemplo, es objeto de un revival en las montañas cerca de Madrid, en Gredos, aunque también -y hace rato- que da vinos excelentes en Priorato, en las sierras catalanas.
Finalmente, quizás también se deba a una cierta curiosidad de parte de enólogos y productores, para quienes ser "innovador" es sinónimo de plantar uvas raras. Claro que no cualquier uva rara, porque hay variedades que definitivamente no se adaptarían a ciertos suelos o climas. En cambio, el monastrell, la garnacha, la cariñena y tantas otras aman el clima soleado y seco de la mayor parte de las zonas vitícolas chilenas.
Pero claro que el calor no es requisito esencial. Un nuevo vino -pronto a salir al mercado- ofrecerá garnacha (mezclada con syrah) desde las heladas laderas de Lo Abarca, a unos cuatro kilómetros del mar, hecho por la viña Casa Marín. Ya les contaremos de eso. Por el momento, el modelo de tinto mediterráneo por lo general es frutal, cálido en sabores y a veces también rústico en textura, es decir, muy buenas opciones para todo lo que venga de la parrilla.
Y sí, quizás en el mundo del vino -salvo contadas excepciones- estas uvas no son consideradas como de primer orden. Esa categoría le pertenece al cabernet o al pinot, mientras que las garnachas, monastrelles y similares vendrían a ser algo así como las campesinas rústicas, con pocos modales en la mesa. Pero eso es lo que dicen. Mejor prueben ustedes mismos algunos de estos mediterráneos de la lista y vean cuán bien van con el asado.
* CASA LAPOSTOLLECollection Monastrell 2013, Apalta, $15.990
* EL VIEJO ALMACÉNHuaso de Sauzal Garnacha 2012, Maule, $16.500
* EMILIANANovas Garnacha Syrah 2012, Alto Cachapoal, $6.990
* ERRÁZURIZThe Red Blend 2012, Aconcagua, $29.900
* MONTGRASAntu Garnacha Syrah Cariñena 2012, Colchagua, $13.000
* MORANDÉEdición Limitada Black Mediterráneo del Maule 2012, Maule, $12.000
* POLKURAGSM + T Garnacha Syrah Monastrell Tempranillo 2012, Marchigue, $16.000
* RESERVA DE CALIBOROErasmo Barbera Garnacha Cariñena Alicante 2014, Maule, $10.000
* UNDURRAGA
TH Rarities Garnacha Cariñena Monastrell 2011, Cauquenes, $14.000
* VENTISQUEROGrey GCM Garnacha Cariñena Mataro 2014, Apalta, $10.900
* VIU MANENTVibo Garnacha Monastrell Syrah 2012, Colchagua, $9.900
* VOLCANES DE CHILETectonia Garnacha P. Sirah Monastrell 2012, Valle Central, $7.990.