El territorio montañoso del Valle de Elqui puede llegar a ser desolador en las alturas. A dos mil doscientos metros entre Los Andes, la vegetación es de espinos y las liebres y los zorros apenas tienen para comer en esos suelos rocosos, áridos y soleados. Hasta esa altura llega el proyecto Viñedos de Alcohuaz, de la familia Flaño, quienes desde el año 1996 habían comenzado a comprar tierras en la zona, aunque solo en 2005 se atrevieron y plantaron viñedos para vinos.
La primera cosecha oficial del proyecto fue en 2011, junto a la construcción de la bodega, horadada en la montaña, con lagares de piedra, fudres de madera y huevos de cemento, totalmente mimetizada con su entorno. "Mi hipótesis es que en zonas de tanta altura, el suelo deja de ser tan importante y la clave es el clima. Hay que saber cómo proteger las uvas del sol. Casi no hay enfermedades debido a la sequedad del ambiente, pero sí hay que tener un viñedo equilibrado para que los sabores no se quemen", dice Marcelo Retamal, enólogo de De Martino y que, paralelo a los vinos que hace en esa viña, colabora desde 2007 con los Flaño.
La familia se lo ha tomado con calma. La primera cosecha de 2011 ha sido recién puesta en el mercado. Se trata de Rhu, una mezcla de syrah, garnacha y petit sirah que ha pasado tres años en fudres y el resto en botella. El segundo vino es menos ambicioso y diseñado para consumirse joven. Su nombre es Grus, tiene syrah, garnacha, malbec y petit sirah y solo fue criado en huevos de cemento para mantener su frescor y vivacidad frutal. La cosecha 2014 de Grus, junto al 2011 de Rhu fueron puestos a la venta en exclusiva en el restaurante Bocanariz, del Barrio Lastarria. "A nosotros nos gustan los vinos, pero creímos necesario hacer un testeo. Y nos ha ido muy bien", agrega Retamal.
Casi mil trescientos kilómetros al sur de Alcohuaz, en la comuna de Cochamó, junto al Río Puelo, el paisaje es completamente diferente. Los dos mil milímetros de lluvias anuales crean una gruesa cubierta de vegetación, de árboles y verdor por todos lados. Y el frío que escasamente hace subir el termómetro por sobre los 20 grados.
Hay ya varios proyectos en el sur de Chile, pero ninguno tan extremo -al menos a escala comercial- como éste de Villaseñor, una viña de la zona de Talca que se ha aventurado en el sur profundo de Chile, a unos 130 kilómetros al sureste de Puerto Varas.
"El principal desafío que nos impone la zona es lograr la maduración de las uvas, debido a que el período de temperatura útiles para la maduración es bastante corto. Además, la zona presenta una condición climática con alta precipitación y heladas primaverales, lo cual se debe monitorear regularmente", dice la propietaria de Villaseñor, Valeria Medrano.
La primera cosecha de Puelo Patagonia fue hecha con pinot noir, plantado en 2011. El vino apenas alcanzó los 11,5 grados de alcohol y de él se hicieron unas 1.300 botellas que serán lanzadas al mercado a fines de este mes. Como trabajo en progreso, este Puelo Patagonia 2014 es una delicia de aromas frutales, frescos y vivos, muy en sintonía con el clima frío del lugar, un nuevo camino que se abre para el vino en Chile.
Pero si el proyecto de Villaseñor explora un lugar totalmente inédito para el vino en Chile, Luis Piano y su R.I.P. opta por ahondar en un valle clásico como lo es el Maipo Alto. Claro que esta vez fue en una zona muy, muy alta del valle, a unos 1.240 metros sobre el nivel del mar, la zona de El Ingenio, en el Cajón del Maipo.
Lo que se convierte en el viñedo de mayor altura en la zona, es un pequeño paño de parras de media hectárea de cabernet sauvignon que en su primera cosecha de 2013 produjeron apenas dos barricas, unas 574 botellas. "Tengo muy claro que la escala de este proyecto no es para hacer negocio rentable. Sí se trata de algo muy sacrificado, pero a la vez muy entretenido y apasionante. Mi meta es que se sepa que en el Maipo extremo también es posible hacer grandes vinos", dice Piano, un mendocino que vive en Chile desde 1990 diseñando etiquetas e imagen corporativa para algunas de las viñas más importantes del país.
La primera versión de R.I.P. es realmente prometedora. Piano lograr capturar el espíritu del Maipo alto en un vino puro, lleno de sabores frutales, pero con esa elegancia de los vinos de la zona que tanto reconocimiento y fama han tenido, un debut que entusiasma para otro proyecto que busca romper con lo establecido en la viticultura nacional.