* Enólogos y sus vinos
Hace pocos días me llegó un mail de un enólogo. Tiene un vino que él mismo ha hecho, que le gustaría que lo probara pero que, por favor, lo mantenga en secreto. Lo que para él sigue siendo un vino del que no le puede contar a sus jefes -so pena de despido-, será una de las grandes tendencias en el vino chileno. Más y más, los enólogos están comprometidos en proyectos paralelos, algunos que no se parecen en nada a lo que hacen para sus bodegas, y otras veces solo por el gusto de hacer algunas botellas. La cláusula donde dice que solo pueden ser enólogos de los vinos de la viña se acaba pronto.
* Burbujas en serioLa moda de los espumantes ha hecho que ya haya pocas viñas que no tengan burbujas en su catálogo. Y hay productores que están logrando resultados nunca antes vistos. El caso de Pablo Morandé con su Brut Nature para Viña Morandé y su Re Noir para Bodegas Re, es el más emblemático. También hay que considerar a Aquitania con sus dos espumantes del Sur bajo la línea Sol de Sol, el T de Tamaya, un tremendo blanc de blanc del norte, y Fervor de Casa Silva. Este año se espera el debut de varios más. Veremos.
* Se vienen Los AndesUna de las inquietudes entre viticultores y enólogos es cómo aprovechar un territorio como el de Chile, con un 80% de montañas. Hoy la barrera de los mil metros de altura se ha superado en el Maipo, pero también surgen otras zonas. Tabalí ha dado de qué hablar con Roca Madre, pero se espera el debut de varios más, entre ellos la bodega de la familia Flaño junto al enólogo Marcelo Retamal en las alturas del Valle del Elqui. La conquista de la cordillera es un tema al que se le hincará el diente en este 2015.
* País y pipeñoAunque el establishment del vino chileno sigue mirando con cierta ironía a los pipeños, buena parte de la nueva imagen que Chile construye entre los generadores de opinión en el mundo se origina a partir del interés que despierta este tipo de vinos ancestrales. El país es la base de estos pipeños, tintos jugosos, que se beben con peligrosa facilidad. Mi vaticinio es que los productores de país -que vaya que la han sufrido en las últimas décadas- verán el futuro con mayor optimismo, mientras el precio del kilo de uvas sube y sube como nunca antes. El país y sus pipeños recién comienzan a mostrarse.
* Desmentir lugares comunesEn el vino y en la viticultura existen ciertos paradigmas que hasta hace poco nadie rebatía. Que los vinos de tal zona son así y asá, que allí se puede plantar esto y no esto otro. Camilo Rahmer plantando riesling en Colchagua y Alejandro Jofré obteniendo vinos deliciosamente frescos en los cálidos viñedos de Curicó, han llegado para rebatir esos lugares comunes. Con una escena de vinos tan joven como la chilena, aún hay mucho por aprender y los paradigmas están ahí para desmentirlos. Mi vaticinio es que se vienen muchos otros vinos que van a romper con lo que sabíamos. A estar preparados.
* El sur ya existeYa no es novedad que los viñedos de Maule al sur han acaparado un buen porcentaje de los mejores vinos que se producen en Chile: los tintos y blancos de Itata, los excelentes vinos de Biobío, Traiguén y aún más al sur. Para muchos, allí está el futuro de la enología nacional. Es posible que, con esto del cambio climático, los que busquen frescor o se vayan muy cerca del mar o bien al sur. Este 2015, veremos nuevos vinos emergiendo del sur chileno, sabores que poco y nada tienen que ver con los del norte.