Millamán no es una de las viñas que se tengan mucho en el radar, al menos en el mercado local. Está bien entonces que sepan que tiene buenos vinos, de muy buena relación precio-calidad y que, además, tienen cabernet sauvignon arriba en Los Niches (una zona andina de Curicó) y que de allí obtienen excelentes tintos.
Pero también es importante saber que Millamán, como un puñado de otras bodegas en Chile, tienen al malbec como uno de sus focos, a la cepa como la fuente de algunos de sus mejores vinos.
Hace unos días, Millamán presentó algo de sus nuevos proyectos, entre ellos la línea Paya, que se compone de dos tintos, uno de ellos malbec de viejas parras de Sagrada Familia, Curicó, plantadas en 1940. El vino bien rico, con buen cuerpo; un malbec recio y, a la vez, goloso. La gracia de estas parras es que también –y de acuerdo con los estándares de Millamán– les han dado la calidad suficiente como para que sea el 90% de las uvas que van para su ícono Casa Millamán (el resto es un jugoso cabernet de Los Niches). El resultado es un vino que tiene esa cosa del malbec: su sedosidad, su amabilidad en la boca, pero también su gran carga frutal, una carretilla llena de frutas rojas maduras.
Millamán es una de las bodegas chilenas que han apostado por el malbec para sus vinos más ambiciosos. La otra es la más conocida: Viu Manent. Ellos, desde 1999, vienen produciendo el Viu 1, un malbec de viejas parras de la zona de Cunaco, en el Valle de Colchagua.
En ambos casos, la mirada al malbec es más bien por el lado de la fruta madura, por los sabores golosos. Y eso es obvio porque, cuando un productor busca tener un gran vino, lo que primero quiere es potencia. Y una forma –aunque no la única– de obtenerla es dejar colgando más tiempo las uvas. En eso el malbec, como cepa, es ideal. Genéticamente, tiene una textura muy suave y una gran cantidad de sabores frutales. Mientras más se madura, más suave, más dulce y más encantadora (para algunos) se vuelve.
Pero por estos días en Argentina (la indiscutible tierra del malbec), se comienza a repensar a la cepa, obteniendo vinos mucho más frescos y vivos, sin perder la complejidad, aunque en otra escala mucho más de frutas rojas ácidas que de moles de súper madurez. Esto es posible porque, entre otras cosas, el malbec tiene una ventana de cosecha muy amplia. Al ostentar una baja cantidad de pirazinas (responsables de los aromas vegetales o no–maduros) se le puede cortar temprano o muy tarde. En el primero de los casos, el vino puede oler y saber a cerezas ácidas. En el segundo, a mermelada de cerezas.
Los argentinos ya llevan décadas trabajando con el malbec y es por eso que van más adelante que los productores chilenos. La diversidad del malbec en Chile, por ahora, se relaciona directamente con los distintos lugares en donde se ha plantado: cerca del mar, arriba en la cordillera. No hay riesgos. Pero quién sabe qué suceda en el futuro cercano con el malbec que, hay que decirlo, es una cepa que da tintos muy difíciles de resistir.
Otros buenos malbec chilenos• Bisquertt Ecos 2012 Colchagua $9.900
• Calcu Reserva 2011 Colchagua $5.990
• De Martino Single Vineyard Limavida 2011 Maule $16.490
• Koyle Gran Reserva 2011 Los Lingues $6.700
• Loma Larga Loma Larga 2011 Casablanca $17.000
• Maquis Maquis 2011 Colchagua $9.990
• Pérez Cruz Limited Edition 2012 Huelquén $11.990
• Polkura Polkura 2011 Marchigüe $12.000
• San Pedro 1865 Single Vineyard 2011 Pencahue $11.000
• Santa Ema Reserva 2012 Maipo $7.100
• Valdivieso Single Vineyard 2011 Sagrada Familia $9.000
• Viu Manent Secreto 2012 Colchagua $7.990