Sin los ponchos beige respectivos -como obliga el protocolo en eventos formales- pero sí con muchas muestras de vinos y ganas de conversar sobre ellos, los miembros de la Cofradía del Mérito Vitivinícola se juntaron para discutir sobre la cosecha 2014. No es, claro, la primera vez que lo hacen.
Ya una tradición, todos los años por estas fechas se juntan algunos de los miembros más importantes de la escena de vinos chilena con el tema de la cosecha como fondo, y con variantes leves como, por ejemplo, en esta oportunidad las diferencias entre vinos costeros y cordilleranos, eso sí de la misma añada 2014.
Hasta donde puedo ver, esta nueva cosecha va a ser un gran tema. Y puede serlo por la calidad eventual que algunas regiones puedan ofrecer o por algunas cepas que se destaquen por sobre otras, pero sobre todo yo creo que será recordada por lo rara. Así, tal como suena.
Difícil de encasillar al 2014 como una cosecha fría y buena para vinos ligeros y refrescantes (como el 2013, por ejemplo) o cálida y óptima para obtener vinos golosos (como el 2012), todo parece comenzar por las heladas de primavera, que casi dejan sin uvas al vino chileno. "Imposible hablar de 2014 sin hablar de las heladas de fines de septiembre", dice el cofrade Sergio Hormazábal, enólogo de la viña Ventisquero. Las heladas, según él, redujeron mucho los rendimientos (se habla de hasta 60% o 70% menos de uvas en algunas cepas), pero también provocaron mucho caos en la uniformidad de la madurez, es decir, en un mismo viñedo, racimos muy maduros y otros que ni soñaban aún con estarlo... y todo entre medio. "En muchos casos, hubo madurez asociada a una calidad que alcanzó niveles históricos", agrega Hormazábal.
En resumen, las heladas desordenaron todo, haciendo que esta cosecha 2014 sea una de las más desafiantes de los últimos años y en donde, por cierto, se verá la mano de los productores. Por el momento, y teniendo en cuenta que la mayor parte de los vinos importantes del 2014 ni siquiera terminan de dejar su estado de "jugo" para pasar a ser vinos propiamente tales, yo creo que en la cata de la Cofradía quedó en claro que la calidad es buena y muy buena también, que no se notan esos calores intensos que vivimos por ahí por febrero y marzo en el carácter de los vinos (se sienten frescos) y que habría que ser optimista.
Una primera mirada a la cosecha no estaría completa sin algunos tips, claro. Sauvignon Blanc, por ejemplo. No esperen súper poder aromático, pero sí buenos cuerpos como para blancos que se llevan a la mesa en vez de beberlos al aperitivo. Le tengo mucha fe al syrah, especialmente al de climas frescos cercanos a la costa; puede haber mucho carácter allí. Lo mismo con el pinot noir. Los productores lo están cortando antes y eso se va sintiendo. El 2014 fue un año ideal para adelantarse con la corta de racimos.
Y al chardonnay, el que se salvó y que fue bien poco (por lejos la cepa más afectada por las heladas) también le tengo fe. Puede dar muchas sorpresas. Y eso por el momento. Ya cuando comiencen a llegar las primeras muestras al mercado (hacia agosto y con más fuerza en septiembre y octubre) puedo tenerles un informe más concreto. Por el momento, ojo con el 2014.