Hacia fines de los años 90, el vino costero en Chile aún estaba incipientemente dominado por el Valle de Casablanca, que recién comenzaba a mostrar sus primeros sauvignon de calidad. Ni hablar aún de pinot noir ni menos de otras cepas tintas y blancas que hoy componen el abanico varietal de ese valle. Aunque convertido en una novedad, aún le faltaban unos años para comenzar a parecerse a lo que es hoy.
Fue en esos años que se comenzó a plantar el Valle de San Antonio, con sus sub zonas de Leyda, Lo Abarca y Rosario. Los primeros vinos llegarían al mercado recién hacia el nuevo milenio, pero de inmediato llamarían la atención. El hoy ya clásico EQ Syrah de Matetic (el primer syrah de clima frío en Chile), los sauvignon de Lo Abarca, hechos por Casa Marín apenas a cuatro kilómetros del Pacífico, y sus contrapartidas en la zona de Leyda hechos por Amayna o los primeros single vineyard pinot noir que aparecieron en nuestro país, hechos por Viña Leyda.
Por entonces, claro, no eran más que cinco productores, cuatro de ellos haciendo vinos desde algo menos de trescientas hectáreas de viñedos. Hoy ya son varias las que se han instalado allí. Anakena, MontGras, Undurraga, Cono Sur, entre otros, han comprado terrenos y han plantado en la zona lo que ha multiplicado la oferta. Desde un puñado de etiquetas presentes más en tiendas especializadas que supermercados, hoy en la última edición de la guía Descorchados, contamos 118 vinos provenientes de San Antonio. Nada mal para una zona que apenas tiene tres lustros.
Pero el asunto no solo ha crecido, sino que también se ha diversificado. A mí me gustan los syrah de San Antonio, partiendo por lo que hace viña Leyda y Amayna, pero también me gusta mucho Matetic y Undurraga. Todos muy en la línea de tintos de clima frío, con ese lado voluptuoso de la cepa, pero con buena acidez y aromas frescos.
Las cepas "germanas" como el riesling y el gewürztraminer, también hay que tenerlas en cuenta cuando se habla de San Antonio. El mejor riesling de la clase sigue siendo Miramar Vineyard de Casa Marín, pero ojo con Undurraga TH o Neblina de Viña Leyda. En gewürztraminer, Amaral, Aresti (con su Trisquel), Corralillo de Matetic, Casona Vineyard de Casa Marín y el sorprendente Casas de Bucalemu (parte del grupo de los Chanchos Deslenguados) son los que hay que retener.
A estas especialidades se le agrega, por cierto, una batería enorme de chardonnay, sauvignon y pinot noir que es para llenar varias páginas con recomendaciones lo que, en el fondo, significa que San Antonio se ha convertido en una marca confiable, con la que uno va a la segura. Especialmente en blancos, y en syrah, que la botella diga Leyda o San Antonio o Malvilla ya es sinónimo de que el vino que lleva dentro no les va a defraudar. Y eso, para una apelación tan joven, es mucho que decir.