El nacimiento de una región vitícola siempre esconde interrogantes, muchas de ellas relacionadas con su real aptitud para la producción de vinos. Qué cepas se adaptarán mejor, bajo qué condiciones es que este nuevo lugar dará lo mejor de sí.
En el Viejo Mundo del vino, tales interrogantes tuvieron respuesta hace ya muchos años, siglos incluso. En Borgoña, por ejemplo, nadie plantaría cabernet sauvignon porque ya es un hecho conocido por generaciones que el pinot noir es la uva correcta, la que ha demostrado interpretar de mejor forma las condiciones de suelos y de clima de la zona. Lo mismo, pero con otras uvas en Barolo, en Burdeos, en la Mosela.
Pero en el Nuevo Mundo las cosas son distintas. Todo es experimento, todo es exploración, todo comienza. Y es en ese contexto en donde los vinos del norte tienen que ser mirados aún con distancia. Y la distancia implica que no se debe llegar a conclusiones definitivas con respecto a cuáles son las cepas que mejor quedan allí. Aún queda mucho por experimentar, mucho por saber.
Lo que se sabe hoy de los vinos del norte es que desde allí han nacido algunos de los mejores ejemplos de syrah, sauvignon blanc, chardonnay y pinot noir de Chile. Y eso, que puede parecer una muy buena noticia, en realidad es solo apenas un apronte, una predicción que se debe tomar con cautela. Y yo la tomaría con cautela porque es bien extraño que una región vitícola –en cualquier parte del mundo– pueda hacerlo bien con cepas tan distintas como ésas. Algo seguro decantará allí. Recién tras décadas de experiencias y errores, probablemente ya nadie tenga dudas. Pero por el momento, hay que ver el giro de los acontecimientos.
Y mientras esperamos el curso de las cosas en el norte, y disfrutamos de sus grandes sauvignon, syrah, chardonnay y pinot noir, los invito a que dudemos un instante de lo establecido, de lo que hemos escrito en estas mismas páginas, y probemos cosas algo distintas que, especialmente en tintos, el norte puede entregar. Carmenere, por ejemplo.
El norte, y en especial en los sectores más costeros (los que han dado los mejores ejemplos de potencial), se consideran algo frescos para una cepa que necesita calor como el carmenere. Sin embargo, y luego de mucho batallar, bodegas como Tamaya y Falernia han logrado muestras deliciosas de la cepa. Y sí, se sienten con especial fuerza los aromas vegetales, pero vamos que a nadie le importa eso ya tanto porque en los ejemplos de estas dos bodegas lo que ilumina todo es el frescor y lo fiero que se sienten los sabores a frutas. Qué más se puede pedir.
Claro que pueden. Por ejemplo, pedir un buen cabernet y, de paso, violar la santa ley chilena del vino que dice que lo mejor en cabernet viene del Maipo (alto). Otra vez Tamaya y Falernia producen cabernet que vale la pena tener en cuenta, no solo porque son buenos ejemplos de la cepa, sino que especialmente porque son distintos. Muy distintos.
Y hablando de vinos distintos, les deseo la mejor de las suertes en la caza de los vinos de Tara, el pequeño proyecto de Ventisquero que ha revolucionado el paisaje de la enología local, pero que aún no llega a volúmenes como para decir que hay para todos. Ellos toman el syrah y el merlot y les dan tantas vueltas que uno ya no sabe dónde está parado. Y para qué les voy a hablar de lo que De Martino hace en el Elqui. Otra locura.
Para resumir esta pequeña orgía de nuevos vinos nortinos, les dejo una lista de algunos de estos nuevos tintos que, puede ser, lleguen a ser la verdadera identidad del norte. Puede que sí. Puede que no.
FALERNIA
Gran Reserva Carmenere 2012 Elqui $7.300
FALERNIA
Donna Naria Cabernet Sauvignon 2010 Elqui $9.900
FALERNIA
Number One Cabernet Sauvignon Carmenere 2011 Elqui $24.500
TABALÍ
Reserva Especial Ayrah Merlot Cabernet Sauvignon 2010 Limarí $14.900
TAMAYA
Reserva Carmenere 2012 Limarí $6.990
TAMAYA
Winemarker's Gran reserva Carmenère $11.990
TAMAYA
T Carmenere 2011 Limarí $17.990
TAMAYA
Winemarker's Gran reserva Cabernet Sauvignon 2011 Limarí $11.990
TAMAYA
T Malbec 2011 Limarí $17.990
TARA
Red Wine 2 Syrah Merlot 2012 Huasco $24.900