Más que una cepa de segundo orden (en términos de fama, por cierto) el cabernet franc tiene esa cosa de consorte, de talentoso actor secundario. Como un buen bajista o baterista, el cabernet franc puede ser un excelente apoyo para que cantantes o primeros guitarristas –como el cabernet sauvignon o el merlot– se luzcan. Salvo en contados casos, especialmente en el Loire (Francia), el cabernet franc alcanza protagonismo por sí mismo, sin ser comparsa de nadie.
Sobre los suelos de arenas y arcillas, en lugares como Chinon, Saumur–Champigny o Bourgueil, el cabernet franc tiene esa cualidad de dar vinos a veces tremendos en complejidad, pero también que se beben con facilidad. Vinos para apagar la sed, frescos y vivos, pero también para tomarse la vida algo más en serio. Doble y deliciosa militancia en esas zonas más bien frescas, que aportan acidez a una cepa que la necesita.
En nuestro país, que muchas veces mira a Burdeos para inspirarse, el cabernet franc ha sido un aporte. Un ejemplo clásico: Don Melchor. En 1999, el enólogo Enrique Tirado decidió incluirlo en un 7%: “El cabernet franc del viñedo de Don Melchor en Tocornal cumple un papel similar al del merlot; suaviza la mezcla, da más fineza a la textura”, dice Tirado. De ahí en adelante, este enólogo nunca más dejaría de incluirlo en la mezcla donde siempre brilla en porcentaje –y carácter– el cabernet sauvignon... como en el Médoc, en Burdeos.
Levemente floral, con textura suave y acidez que nunca es tan alta, el cabernet franc además tiene una fuerte presencia de aromas herbales, lo que es quizás el motivo principal de por qué en Chile y en el mundo no hay muchos cien por cien de la cepa. ¿Y por qué esto? Porque puede ser herbal, que no es malo. Pero también puede ser vegetal, que para muchos productores sí lo es.
Tal como el carménère, también puede oler a pimentones, lo que hace arrugar la nariz a los enólogos. Cosa de gustos. A mí, por ejemplo, me gustan esos aromas. Me gusta cuando el carménère los exhibe sin tapujos o como si fuera la cosa más natural del mundo. Claro que cuando el asunto es solo pimentones verdes y nada más, eso es otro cuento. Y ahí está probablemente el miedo.
Pero los miedos en la escena de vinos chilena van cediendo ante la experimentación y la aventura. Y es por eso que hoy la comunidad de cien por cien cabernet franc ha aumentado considerablemente. Con ejemplos notables que vienen de las más diversas zonas y de climas tan diferentes como la fría zona de Lo Ovalle, en Casablanca, hasta los cálidos suelos de Sagrada Familia, en Curicó, el cabernet franc adopta distintas personalidades. Entonces, si les gustan esos tintos maduros y jugosos o, en cambio, tintos más ligeros y veraniegos, en el cabernet franc pueden encontrar respuestas.
Aquí, algunos de los mejores.
CalcuReserva 2011, Colchagua ($5.990)
La viña Calcu tiene un estilo particular en el contexto de los vinos de Colchagua. Sus vinos siempre son frescos y vivos, marcados por una acidez persistente. Dentro de ese contexto, este reserva se siente algo más goloso, pero con frescas notas herbales. Para pastel de choclo.
MaquisMaquis Cabernet Franc 2011, Colchagua ($9.990)
Maquis (como su subsidiaria, Calcu) ofrecen un catálogo de tintos refrescantes y ricos en frutas rojas. Este no es la excepción. Un franc jugoso, rico en acidez, listo y dispuesto para comidas especiadas.
ChilcasSingle Vineyard 2011, Maule ($9.000)
Para un costillar de cerdo, este es un nítido ejemplo de la cepa con sus notas herbales matizadas por sabores a frutas rojas y una textura que es tensa, rica en acidez y en frescor.
Pérez CruzLimited Edition 2012, Maipo ($11.990)
La zona de Huelquén tiende a influir con su clima y sus suelos a todo lo que se planta allí; también al cabernet franc, que en esta versión 2012 se muestra fresco, rico en aromas mentolados. Una delicia.
Garage Wine Co.Lot 36 2011, Maipo ($15.000)
Uno de los mejores exponentes del cabernet franc en Chile, aquí no solo están los aromas herbales y a frutas rojas, sino que además notas a tierra y especias en un vino de muy buen cuerpo y frescor.
Santa RitaFloresta Costa 2012, Colchagua ($25.000)
De la zona de Pumanque, uno de los más expectantes nuevos viñedos de Santa Rita, este franc de parras plantadas en 2006 es un vino grande, tremendo en acidez y en fuerza. Un adolescente que necesita de al menos unos cinco años en botella o un buen bife de chorizo.
KortaBarrel Selection 2011 Sagrada Familia ($4.500)
Aunque los aromas tostados de la madera tienden a tener protagonismo, tras esa cortina hay jugosos sabores a frutas rojas y a hierbas. Un cabernet franc simple y comercial para llevar al asado.
VillaseñorVillaseñor Cabernet Franc 2010 ($13.400)
Esta pequeña viña del Maipo embotella sus vinos desde 2009 y este es uno de sus tintos más logrados. Gran madurez, amplio, goloso, rico en frutas negras, para el invierno o para acompañar ahora un asado nocturno.
Loma LargaLomas del Valle 2012, Casablanca ($10.000)
Lomas del Valle es la línea de vinos más simples de Loma Larga, una viña especializada en tintos de clima frío. Este franc es jugoso y de una textura tan suave que se bebe muy fácil.
William FèvreFranq 2010, Maipo ($17.000)
Otra de las viñas chilenas que ha puesto acento en el franc es William Fèvre. Este, uno de sus vinos más ambiciosos, es por un lado maduro y goloso, pero por el otro con una textura con agarre, el suficiente como para un cordero.