No se puede creer lo lindo del paisaje. Al fondo, el lago Ranco, irradiando las últimas luces de la tarde, rodeado de montañas teñidas de un verde intenso. El cielo azul y la brisa que baja de la cordillera, trayendo los aromas de los árboles y la humedad de la tierra. Todo eso se ve y se siente desde la ladera que la familia Silva (propietarios de la Bodega Casa Silva) ha escogido para plantar un pequeño viñedo de seis hectáreas, 600 kilómetros más al sur de Colchagua, valle con el que los Silva hasta ahora se habían identificado.
No es el proyecto vitícola más austral de Chile –ese mérito lo tienen los experimentos del enólogo Rafael Urrejola en el Lago General Carrera para TH de Undurraga– pero sin duda es el viñedo más austral en términos comerciales, de disponibilidad en el mercado. La nueva línea Lago Ranco de Casa Silva tiene una primera producción de 6 mil botellas que, aunque es poco, significa seis veces más que el casi imposible de encontrar (aunque delicioso) pinot Cruchon de los hermanos Porte, a orillas del Río Bueno y a 80 kilómetros al suroeste de los Silva.
Pero más allá de los volúmenes, el valor de esto es que una viña grande esté apostando por un viñedo de una ubicación tan radical como ésta, donde las lluvias están por los 1.500 milímetros al año (en el Valle Central no suben de los 500) y en donde hay nada o casi nada de tradición vitícola. “Lo que hemos aprendido desde que plantamos el viñedo en 2006 es que en este lugar es la naturaleza la que dispone si es que un año tenemos buena uva para el pinot o el sauvignon blanc (los dos vinos de la línea Ranco) o si por la falta de madurez solo nos da para el espumante (aún no en el mercado) o simplemente que no tengamos uva”, dice Mario Geisse, enólogo de Casa Silva.
Estar a la voluntad de la naturaleza de manera total no es algo, primero, común en el vino chileno y, segundo, no es algo que alguien necesariamente desee. Sin embargo, es la realidad en muchos de los grandes viñedos en el mundo. Unos años excelentes, otros para olvidarse. Que el vino chileno entre en esa lógica es una gran noticia, porque ya lo saben: lo bueno, cuesta.
El resultado de este proyecto de Casa Silva ya está en el mercado ($36.000 en una linda caja de madera con el sauvignon y el pinot) y corresponde a la primera cosecha de 2013. “Un nuevo viñedo en Colchagua nos da uvas para vinificar al tercer año. En estas condiciones, tuvimos que esperar bastante más”, agrega Geisse.
Y los vinos son deliciosos. El sauvignon (con 12,5° de alcohol) tiene una fuerza tremenda en la boca y un perfume que llena el paladar con sabores cítricos y herbales, el candidato ideal para erizos. El pinot noir, en tanto, logró madurar con unos muy bajos 11,5° de alcohol y su expresión frutal es equivalente a un jugo de frambuesas. Ambos no son solo ricos vinos, sino que son diferentes. Y eso es lo que vale.
Pero para que los Silva hayan llegado tan lejos, quizás antes lo que sirvió fue la experiencia de otros que también se aventuraron en el sur, como Felipe de Solminihac con su ya clásico Sol de Sol Chardonnay ($19.990), de la Viña Aquitania, cuyas parras fueron plantadas en 1994 en Traiguén, 200 kilómetros al norte de Ranco. Hoy Aquitania ha seguido apostando en la zona con dos nuevas variedades: pinot noir y sauvignon blanc, este último ($15.990) es uno de los mejores estrenos de la cepa este año en Chile.
De acuerdo a De Solminihac, las lluvias presentan un problema importante (por sobre 800 mm al año) y también están las heladas que queman todo, como en 2010, cuando Aquitania perdió el 80% de las uvas de chardonnay para Sol de Sol. Sin embargo, las que quedaron han logrado dar vida a quizás la mejor edición desde su primera cosecha en 2000. Si quieren que lo defina con una palabra: Sol de Sol 2010 es un blanco filoso.
Vecino a Aquitania, en la zona de Perquenco, está el viñedo de María Victoria Petterman y su proyecto Alto Las Gredas, otro de los chardonnay imprescindibles. De Solminihac la ayuda con la vinificación de este viñedo que Petterman plantó en 2001. Y tal como Sol de Sol, este vino es puro vigor y frescor, un cuerpo impresionante decorado por sabores frutales. No hay chardonnay así más al norte de Chile.
Hoy el sur se está convirtiendo en un nuevo foco para productores chilenos. Si hace poco el Maule dio de qué hablar, hoy la atención se ha fijado en Itata y también en esta nueva zona, que busca identidad y entrega nuevos sabores.
Otros vinos sureñosPorta Veranda 2013En el Valle del Biobío se obtienen excelentes sauvignon como este ejemplo que es suave y refrescante, ideal para sushis y sashimis varios.
Cono Sur Brut
El sur tiene un tremendo potencial para espumantes. Este brut se compone un 90% de chardonnay y el resto de pinot en un vino simple y jugoso; las burbujas ideales para el verano desde la zona de Mulchén.
Aquitania Reserva Chardonnay 2013
Una suerte de Sol de Sol “pequeño” sin crianza en barricas como su hermano mayor. Pura fruta rabiosamente fresca en un vino para camarones salteados.