Una de las críticas que se le puede hacer a la industria del vino en Chile es que se mueve excesivamente como eso, como una "industria". Dejando de lado las individualidades o el lado artesanal tan propio del vino, históricamente se ha centrado en complacer al mercado, sea lo que sea lo que éste pida.
Pero las cosas cambian y hoy, de manera más que incipiente, se ve en Chile una nueva forma de ver el vino: desde cómo venderlo hasta cómo hacerlo. Una nueva mirada que pretende mostrar a esta bebida como algo más cercano, menos masivo quizás o, definitivamente, más entretenido.
Santiago Wine ClubLa figura de la botillería del barrio no existe en Chile o, al menos, no como lo debiera ser: más que una botillería "de turno". El primer intento es Santiago Wine Club en el Barrio Lastarria (Rosal 386), una pequeña tienda que se generó a partir de un sitio virtual de venta de vinos y que ofrece pequeñas exclusividades que casi nadie tiene. La selección tiene joyitas como Cuvée del Maule, una mezcla de país, cinsault y carignan de Cauquenes o el Little Quino Pinot Noir de William Fèvre, célebre por ser un tinto que se bebe como el agua. Tiendas como el Santiago Wine Club debieran crecer por toda la ciudad.
BocanarizPor fin resultó. Luego de años y años en que los winebars capitalinos duraban la nada misma, las enólogas Katherine Hidalgo y Daniela Lorenzo junto al empresario gastronómico Jérôme Reynes abrieron Bocanariz en la calle Lastarria. Ya llevan más de un año y el proyecto sigue siendo un éxito gracias a la afluencia turística, pero también al público local, especialmente el más sensible al vino. La oferta de Bocanariz es amplia y democrática, abarcando desde el más emperifollado de los íconos nacionales al más alternativo de los viñateros del sur. La receta la completa un ambiente muy relajado y agradable y un menú de platos pequeños, bien hechos y en armonía con los vinos. Todo redondo.
El Cavista y Vino NaturalAunque hay proyectos al respecto, la nueva generación de vinos chilenos aún no tiene un espacio donde encontrarlos todos juntos. Por el momento, sin embargo, dos sitios en internet llevan la delantera en ofrecer etiquetas que sencillamente no se encuentran en tiendas especializadas. Uno de ellos es www.elcavista.com, proyecto del sommelier Héctor Riquelme, quien tiene en su catálogo de delivery nombres fundamentales para probar como Laberinto, Clos de Fous, Zaranda o Aristos. Y el otro es www.vinonatural.cl, de Sebastián Alvear, un ex barman que también está detrás de los eventos de los Chanchos Deslenguados. En su sitio se ofrecen principalmente los vinos ancestrales de Louis Antoine Luyt, pero espera que en el futuro el catálogo se amplíe a todos los "chanchos".
Los Chanchos DeslenguadosLas reuniones de los Chanchos Deslenguados se han convertido en todo un éxito en la pequeña pero pujante escena de vinos "alternativos" en Chile. Con apenas un puñado de reuniones en diversos locales de Santiago (y también fuera de la capital), el "ideólogo" Louis Antoine Luyt y el "ejecutor", Sebastián Alvear se han encargado de entusiasmar a un creciente número de consumidores con su pandilla de viñateros poco convencionales para la escena chilena. Muy distintas a las ferias de vinos locales, en las reuniones de los Chanchos se vive un ambiente de relajo y también se beben vinos de personajes que no circulan generalmente por las estanterías de supermercados. Con acento en los vinos hechos de manera natural (sin grandes tecnologías) y hurgando en las tradiciones del vino chileno, este grupo es diverso (tanto en resultados como en estilos) y lo entretenido es ir y descubrir entre todos esos nuevos sabores cuál es el que más le gusta a uno.
Manuel Moraga y los hermanos PorteHay muchos nombres que recordar en la nueva escena de vinos chilenos. Sin embargo, yo les pediría que -por el momento- recordaran a dos: Manuel Moraga, el alma tras los vinos del Cacique Maravilla. Esta pequeña bodega de Yumbel tiene parras de cepa país de más de doscientos años. Con ellas, Moraga elabora un "pipeño" que dan ganas de comprarlo por cajas y beberlo en el verano. Y también un cabernet, de viñas más jóvenes, que es algo más serio, pero igualmente rico. Pueden contactar al cacique en www.caciquemaravilla.cl. El otro está en el sur. En el Valle del Río Bueno no había noticias de vinos finos hasta que los hermanos Porte, madereros de la zona, decidieron plantar algunas parras de pinot noir ("Obvio, si trabajamos con árboles de pino", dice Olivier Porte, con su marcado acento francés). Asesorados por Louis Antoine Luyt, han hecho apenas unas dos mil botellas de un pinot delicioso, fresco, como el mejor jugo de frambuesas que se puedan imaginar. El proyecto se llama Coteaux de Trumao. Las malas noticias son que, de esas dos mil botellas, los Porte planean beberse mil ellos solos. Suerte con la cacería.
El revival del pipeñoEs el más ancestral y, definitivamente, el más vernáculo de los vinos chilenos. El pipeño, hecho de la uva país, es el tinto del campo, el que sale de la pipa, el que se hace con métodos ancestrales. Hoy, un grupo de productores de Cauquenes hacia el sur está organizándose para hacerlo conocido más allá de sus fronteras. La idea es colocar estos vinos, debidamente embotellados, en el mercado capitalino. Ya les estaremos informando cuando estén disponibles. Por el momento, lo que hemos probado es alucinante en su simpleza. Vinos de antes que vuelven para -esperamos- quedarse.