De todos los fenómenos en el vino masivo en el mundo, el malbec argentino gana. Especialmente en el mercado norteamericano, pero también en Sudamérica, en el norte de Europa, algo en Asia. De ser una total desconocida, pasó a ser la vedette en el gran planeta del vino. Los argentinos, claro, felices.
Razones, puede que haya muchas. Teniendo en cuenta que el fenómeno fue especialmente fuerte en Estados Unidos, una explicación puede estar en las características del malbec, en lo suave, amable, afrutado que es... Pero también en que muchos de los malbec que atacaron el mercado durante la década pasada fueron una suerte de secuencia lógica, de hermanos menores del syrah australiano que, a su vez, inundó el mercado con sus sabores a chocolate y texturas golosas. Y lo inundó hasta saturarlo.
El malbec, algo menos cargado, algo más ácido, pero siguiendo esa lógica de madurez, de vinos corpulentos y extra maduros, con una buena carga de dulzor y madera, fue lo que esta vez invadió el mercado norteamericano; vinos adaptados a ese supuesto paladar gringo que gusta de mermeladas.
Y así, poco a poco, el carácter del malbec real, esa cepa gloriosa que a veces puede ser sospechosamente parecida a un jugo de cerezas, se fue transformando en una modelo obsesionada con ponerse silicona en todo su cuerpo; más y más hasta que ya fue muy difícil adivinar a primera vista cómo es que era esa jovencita antes de que la obsesión por aumentar su cuerpo la convirtiera en una mole.
Esta historia, claro, es similar a la de muchas otras cepas o regiones en el mundo del vino (varias chilenas incluidas) que en su afán por conquistar mercados han terminado vendiendo el alma. Sin embargo, y también como en muchas regiones y cepas, esta historia del malbec parece tener un final feliz.
Y feliz porque una nueva camada de vinos está retomando la senda olvidada hace ya mucho, esa de recuperar el malbec como la cepa deliciosa y jugosa que es, sin adornos, solo uvas mostrando su sabor radiante. Y, claro, vinos para beber, no para obtener no sé cuántos puntos o no sé cuántas medallas.
Esas son las buenas noticias. La mala es que, por el momento, hay que ir a Mendoza para encontrarse con esta nueva generación de malbec. De lo poco que hay en Chile, no es mucho lo que vale la pena. Y el stock no se renueva como uno quisiera. No queda otra entonces que organizar un viaje enoturístico y echarle un vistazo, por ejemplo, a estas viñas y a estos vinos.
Altos Las HormigasEsta bodega, ubicada en la zona de Medrano, al oeste de Mendoza ya lleva más de una década ofreciendo malbec y también una ricas bonarda bajo la marca Colonia las Liebres. En cuanto al malbec, en los últimos años han ido experimentando en distintas zonas de Mendoza, notablemente en el Valle de Uco desde donde obtienen algunos de sus vinos más ambiciosos. Sin embargo, es por el malbec básico porque el que ustedes deben partir. Y es para no creer. Un jugo de cerezas, fresco, vivo. Cero madera. Puro frescor. De esos tintos que hacen pensar de inmediato en un picnic o en la piscina o en las vacaciones o en todas las anteriores. La mejor versión es el Clásico 2012. No se lo pierdan.
Tres 14Daniel Pi es uno de los enólogos más importantes hoy en la escena argentina. A cargo de la gigante Trapiche, Pi igual se da el tiempo para un pequeño proyecto familiar llamado -muy ad hoc- Tres 14. Junto a sus hijos, hace dos vinos y uno de ellos se llama Malbec de Garage y es una delicia. Desde un viñedo muy viejo en la tradicional zona de Lunlunta. Pi lo ha criado en barricas viejas, permitiendo que toda la fruta roja y fresca del malbec se muestre sin problemas aquí, en un vino puro y simple, que se va rápido como todos los buenos vinos. La cosecha 2010 es la que probé. La 2011 es la que debe estar saliendo al mercado.
Sylvestra, Familia BressiaOtro de los enólogos legendarios de Argentina, Walter Bressia es un apasionado del malbec. Y en éste, que es su proyecto familiar, le ha dado un lugar central en su breve pero intenso catálogo de vinos. Hay para todos los gustos, desde súper concentrados y de largo aliento en botella, hasta Sylvestra 2012, un malbec que no tiene nada de madera, que fue cosechado temprano y que muestra todo lo que la cepa tiene que mostrar para encantar. Probando esta cosecha de Sylvestra, uno se da cuenta de las razones del éxito del malbec en el mundo.
Achaval FerrerEsta bodega de Luján de Cuyo tiene viñedos en las áreas más requeridas y famosas de Mendoza y también la fama de hacer algunos de los mejores malbec de Argentina. Una fama bastante bien ganada, si me lo preguntan, aunque sus vinos de viñedos no bajan de los cien dólares la botella. Sin embargo, por un tercio de ese precio pueden acceder a un resumen de lo que esta bodega entiende por malbec. El Achaval Ferrer genérico 2011 es una mezcla de distintos viñedos en Mendoza y es, otra vez, una delicia de suavidad, de frescor, de profundidad de sabores. Malbec en su mejor estado.